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TOUR 96

Ullrich cierra el milagro alemán

El joven prodigio del Telekom arrasa en la última contrarreloj del Tour

Carlos Arribas

Las incógnitas que debía resolver la última contrarreloj larga del Tour eran de índole privada y en ese ámbito se quedaron. ¿Cómo está Induráin de verdad? ¿Qué es UlIrich, Un extraterrestre, una bomba, un rompedor, un prodigio? ¿Podrá Riis estar, una vez más, a la altura de sus propias exigencias? Tan privadas fueron también las respuestas, que las preguntas siguen siendo una invitación al debate. Aún permanecen.Normalmente, la clasificación de una contrarreloj de más de 60 kilómetros el penúltimo día de un Tour es un baremo válido para leer en retrospectiva lo que ocurrió los 20 días anteriores. Este año, casi vale. UlIrich, de 22 años, cerré exlhibiéndo el milagro alemán. Vistos sus antecedentes -campeón mundial amateur en 1993, a los 19 años, y bronce siendo aún amateur en el Mundial contrarreloj de 1994-, puede extrañar de este Tour el que con su gran cuerpo (mide 1,83) haya pasado la alta montaña al nivel de los mejores. Pero, visto eso, es decir que estaba en una forma apabullante, que la calidad y las fuerzas le chorreaban por los poros al mismo nivel que litros de sudor. Su prestación contrarrelojista no es más que la confirmación de una progresión. Nada de extraterrestre, prodigio o bomba; un gran ciclista que ha acabado el Tour muy bien. La contrarreloj que se le esperaba, aunque él no lo pensara. Porque él, el crío alemán, pensaba en su jefe, en Riis.El líder danés rompe la norma y al mismo tiempo la cumple. Gana el Tour el más fuerte y regular, pero la última contrarreloj, no suele refrendar esa cuestión Induráin también ha vivido alguna sensación parecida en sus cinco años triunfales. Alcanzada seguridad del triunfo, el últímo no es mas que un ejercicio de orgullo. La motivación es muy peculiar y en el siempre presenta debate del quiero-puedo, llega la primera dificultad, el no puedo gana al no quiero: falta energía mental última que permita meter la sexta marcha, la que coloca al cuerpo en el filo de sus límites. Riis salió comiéndose la carretera, y continuó así hasta cumplidos los dos tercios de carretera. Entonces, en el momento de la resolución, la carretera dejó de caberle en la boca. "Me desconcentró el que se me rompiera la cremallera del maillot pero eso no es una disculpa", explicó antes de recurrir a las socorridas sensaciones: "No fueron tan buenas como las de los últimos días". A casi todos los vencedores les llega su día negro justo cuando todo está decidido Porque Riis ha ganado el Tour gracias, según él, "a no tener ningún día malo, a la magnífica coincidencia de llegar a tope momento adecuado". Y feliz fue el primer danés en ganar el Tour: "Se vive mejor haciendo lo que a uno le gusta, y mejor todavía si te ha costado mucho trabajo conseguirlo". Moral del sacrificio, que espera una mayor recompensa: "Quiero ganar a un Induráin al l00%".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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