La noción de piedad
A pocos kilómetros de aquí, la gente muere y mata. Es evidente que en el mundo hay buenos y malos. Yeltsin y su general Lebed reanudan una guerra estúpida en Chechenia y hacen flamear la bandera imperial con efluvios de vodka. Ahí arriba, los ultras orangistas del Ulster se empeñan en celebrar burradas de hace siglos humillando a los católicos irlandeses en sus propias calles. Mucho más cerca hay unos tipos que practican una curiosa modalidad de gira turística, dejando al paso boñigas explosivas. Nada de rejas ni condenas. A todos estos machos bravucones había ,que ponerles una bici entre las piernas y meterlos en el Tour a subir los Pirineos. Sería digno de ver cómo al final de etapa, sudados y meados, asomaba por fin en sus ojos la noción de piedad.-
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