Induráin no pinchaba
Sólo nos faltaba esto, pensaron los fatalistas. En mitad de una muestra exhibicionista del Banesto, marcando un fuerte ritmo en la subida al puerto Saint Anastaise, Uriarte y Aparicio se miraron con cara de sorpresa, sin saber muy bien qué hacer. Marino, conectado con un receptor al coche de Unzúe, repitió su orden: "Parad". Los tres frenaron y echaron pie a tierra. Induráin había pinchado en el momento más inoportuno. En los años triunfantes del navarro corrió la especie de que en su suma perfección ni siquiera pinchaba. Lo que nos faltaba, tras la pájara, ésto, repitieron los fatalistas. Todo malos síntomas. El pinchazo fue, sin embargo, algo más que una anécdota.Por la mañana, todos los banestos salieron del hotel con la lección bien aprendida. "Sabíamos que teníamos que hacer un esfuerzo muy grande para, quizás, sacar un beneficio escaso", explica Unzúe. "Pero entendíamos que podía merecer la pena. Se trataba de lograr una selección y de que hubiera batalla entre los jefes. Nuestro objetivo era añadir a la dureza del terreno un ritmo insoportable". Primero se trataba de tirar chinas desde el principio para provocar movimiento y tensión en la cabeza. Orlando interpretó su papel y se infiltró en la escapada definitiva. El segundo paso era acelerar la marcha 10 kilómetros antes del Saint Anastaise y mantenerlo. En ésas estaban Aparicio, Alonso y Uriarte cuando al capitán de ruta le llegó la noticia: Miguel ha pinchado. Fue un paréntesis de apenas dos minutos, como si un anuncio publicitario. interrumpiera una película en el momento cumbre. El pelotón, desaparecidos los banestos de la cabeza, bajó su ritmo respetuosamente, pero cuando Uriarte reapareció, la película continuó aparentemente sin cambio: los malos y los buenos pegándose tiros. Sin embargo, no era lo mismo.
"El pinchazo nos ha roto el ritmo justo cuando se veía a la gente sufrir", dice Unzúe. Y algo más. El tercer acto de la novela no pudo ponerse en práctica. Estaba previsto que Arrieta tirara en el comienzo del último puerto. "No pudo ser", explica el ciclista, porque cuando pinchó Miguel yo le tuve que dejar mi rueda. Él enlazó enseguida, pero yo tardé más y ahí gasté bastantes fuerzas". El tropiezo ya afectó al siguiente paso. Jiménez debería haber sido el último cartucho de Induráin, ya subiendo a Superbesse, pero el abulense debió adelantar su entrada en. escena. Y, como un actor nervioso, sobreactuó comiéndose las palabras. Se puso en cabeza en el puerto anterior y forzó el ritmo de tal fortuna que en vez de acelerar al grupo lo que hizo fue dejarlo de rueda, escaparse. Se vacío tanto que ni siquiera pudo seguir ningún ritmo mediano después.
Pese a que la realidad hizo cambiar los planes, el director del Banesto se mostró satisfecho con el día. "Queríamos ver a los primeros y hacerles trabajar para sacar conclusiones", dice. "Este test tenía suficiente dureza, aunque tampoco se tratara de un puerto muy largo. En Hautacam será otra cosa, pero hemos visto a Riís muy arropá¿o, aunque quizás sus hombres sufren dificultades en la montaña. A Olano le he visto muy bien. Yo siempre había pensado que el guipuzcoano era el verdadero líder del Mapei". Y la mejor conclusión para sus intereses: "Miguel necesitaba elevar su fuerza mental y esta prueba le ha venido de perlas".
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