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TOUR 96

El Macizo Central, al alcance de todos

Carlos Arribas

Hace un año tan solo el Macizo Central francés no existía como territorio ciclista. Bastó entonces -14 de julio- con que un líder sólido -Miguel Indurain- permitiera por estos territorios una escapada lejana -Laurent Jalabert- para que de repente todos dieran por cierto que había nacido un nuevo ciclismo. La épica, decían, ya no pertenece a los colosos alpinos o pirenáicos -Alpe d'Huez y Tourmalet han sido borrados este año del recorrido-, deberá escribirse sobre puertos de segunda encadenados, sobre carreteras estrechas, sobre territorios en los que la recta más larga mide 10 metros. Y en esta nueva liturgia, habría un sacrificado: Miguel Induráin.Todos los favoritos montaron expediciones especiales de reconocimiento, todos conocen exactamente puertos y cotas, y todos lanzaron sus frases históricas. "Pues quizás no sea mal territorio para atacar", sentenció lacónicamente Induráin.

360 días después, la solitaria etapa de Mende se ha multiplicado por cuatro -hasta el domingo se transitarán las tortuosas rutas de la Francia profunda bajo la canícula-pero el ciclismo, que no es ciencia exacta, ha hecho fallar los cálculos: el presunto beneficiario, Jalabert, no está; el presunto damnificado, Induráin, está pero de otra manera: lo que debería ser su tumba debe reconvertirlo en territorio de salvación. Más ironías: el equipo más fuerte es el del líder, por lo que debe jugar a la defensiva en un terreno que les iría a, las mil maravillas a la hora de: atacar. Y un tercer, y definitivo, contraste: hace un año la cuestión se solventó entre dos conjuntos -ONCE y Banesto-, éste, casi todos están llamados a la misa. ¿Quién podrá controlar el desbarajuste? ¿Quién pescará en el río revuelto? La respuesta es sencilla y sólo tiene una palabra: las fuerzas. "En una etapa llana, de rectas, es fácil controlar a un solo equipo", dice Eusebio Unzúe. "Los equipiers que, dan relevos en cabeza, se bajan a cola de pelotón, recuperan fuerzas y vuelven a subir. Pero en éstas, quien deje la cabeza será para no poder volver: todos querrán estar y muy pocos cabrán. Y por detrás, el pelotón será un puro corte. Y las etapas serán cortas y, por lo tanto, nerviosas".

En cuatro días sólo se recorrerán 710 kilómetros, pero en ellos caben seis puertos de segunda, nueve de tercera y cuatro cuestas de cuarta: cada 35 kilómetros, una dificultades una subida y su correspondiente descenso, excepto en dos llegadas en alto, Super Besse y Tulle. Un terreno ideal dicen, para Abraham Olano. Y sin personalizar: para cualquiera que ande fuerte. Y que tiemble el líder.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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