La coartada del empleo
Es cierto que el empleo es lo más importante. Es el objetivo político, social y económico prioritario, y así lo reconocemos todos. Sindicatos y patronales, gobiernos progresistas y gobiernos conservadores, instituciones nacionales e internacionales. Todos decimos lo mismo. Y la verdad es que tanta unanimidad debería hacemos desconfiar. Pues lo que importa es saber en qué se traducen, las palabras y en si guardan relación con la retórica al uso o con el bienestar concreto de los ciudadanos. Porque no es arriesgado afirmar que hoy en día el empleo está sometido a tortura y que se ha convertido en una coartada ' válida para justificar cualquier tipo de política. Es un comodín que entre nosotros vale tanto para justificar el "he cho diferencial" como para privatizar las empresas públicas.Es esta ideologización interesada del empleo la que explica que la realidad cuente tan poco; que no importe tanto saber lo que está pasando como aprovecharse de lo que está pasando para hacer contrabando ideológico. Y sin embargo de lo que debería tratarse es de saber cómo evoluciona el empleo en nuestro país, saber qué ha pasado en estos últimos años, comprender el porqué de nuestra elevada tasa de desempleo.Ha nacido una nueva religión, un nuevo dogma: "por un empleo estable y con derechos". Insisten en ello sindicatos y patronal, populares y nacionalistas. Y declaran solemnemente, y al alimón, que el mercado de trabajo funciona mal. Pero ¿qué quiere decir esto? ¿Qué funciona peor que antes? ¿Qué funciona peor que antes de la reforma laboral? ¿O simplemente qué puede funcionar mejor? Porque claro si se pudiera comprobar, si se pudiera demostrar, que en los últimos 10 años y también desde la reforma -sea por causalidad o por coincidencia- las cosas funcionan bastante mejor, bastante mejor que antes para ser exactos, me imagino que alguien debería reflexionar y cambiar quizá de estrategia. Por ejemplo los sindicatos. No es descabellado pensar que al ser los primeros que contestan la evolución del empleo -"todo es precario, todo es una basura"- están contribuyendo decisivamente a que se adopten las medidas "necesarias" para aliviamos de tanta inmundicia. Por ejemplo el despido, pues al parecer está "científicamente" demostrado que la temporalidad es mucha, porque el despido es caro. Por ejemplo la negociación colectiva que implica una "ultraactividad" que falsea las reglas del mercado. Por ejemplo la Seguridad Social que añade costes no competitivos al factor trabajo...
Se acostumbra a decir que hace 30 años había, en España, más empleo que ahora y ésta es una afirmación que repetida con contumacia podría llegar a convertirse en una prueba inobjetable de que todas las modificaciones vividas, desde entonces, por nuestro mercado de trabajo, no ha hecho sino perjudicar su correcto funcionamiento: libertad dindical, negociación colectiva, seguro de desempleo, amplia cobertura de protección social pública, igualdad de oportunidades de la mujer... El mismísimo Libro Blanco de Delors, que tantas pistas nos da para entrar en el siglo XXI incurre en este mismo punto de vista equivocado, cuando nos dice que en España la riqueza creció más del 100% entre 1970 y 1992 y, sin embargo, a lo largo de este periodo, el empleo se redujo en un 0,3%.
Salgamos un poco de los números. O mejor aún: miremos lo que hay detrás de ellos. En efecto en 1970 España tenía una tasa de paro del 1,5% que era la tercera parte de la tasa de desempleo de Estados Unidos y mucho más baja que las de Canadá, Alemania o Francia. ¿Quiere esto decir que vivíamos tres veces mejor que en Estados Unidos? Tampoco entonces nuestro nivel de vida era superior al de estos países. ¿Qué nos dicen, entonces, estos números siendo como es el paro el indicador más claro de malestar social? Pues delatan que estamos haciendo unas cuentas un tanto sospechosas. ¿Qué hemos estado entonces midiendo con los datos de ocupación y de paro en España? ¿Hemos medido lo mismo que medían, en esos mismos años, Alemania, Francia, o Estados Unidos? Nos tememos que no.
Es verdad que las series reconstruidas de ocupación nos dicen que en 1970 había en España 12,6 millones de personas con empleo y que hoy, según la EPA, son 12,2 millones. Tales números, mondos y lirondos, los vemos en anuarios estadísticos situados en una misma columna como si estuvieran contándonos una misma película, desarrollada en el tiempo. Hablamos de empleo. De empleo en 1970, en 1975, en 1980 y de empleo en 1996. ¿Estamos, pues, hablando de la misma cosa? En absoluto.
En 1970, la Seguridad Social española contabilizaba ocho millones de personas afiliadas ocupadas. Hoy el conjunto del sistema suma 13 millones (sólo de afiliados con empleo) y no parece que estos cinco millones de diferencia sean cosa despreciable. En 1970 casi el 30% de los que trabajaban lo hacían en la agricultura a pesar que este sector era sólo una décima parte del PIB. Hoy son el 8,8%. De 3,5 millones de trabajadores agrícolas hemos pasado a un millón y no parece que estos 2,5 millones sean cifra desdeñable. Cinco más 2,5 nos dan 7,5 millones de situaciones distintas que nos impiden comparar razonablemente los números y que nos hablan de un proceso de modernización que explica muchas cosas del pasado y muchas más del presente. Y lo más significativo es que este enorme proceso de transformación se ha producido principalmente en los últimos 10 años.Cuando España se incorpora a la entonces Comunidad Europea, nuestro empleo agrario era todavía del 17,6% y nuestra población activa femenina era sólo el 30,5%. Es decir, mucho más de lo necesario, en el primer caso y mucho menos de lo conveniente en el segundo. El proceso hacia lo necesario y hacia lo conveniente se acelera a partir de entonces y en apenas 10 años España pierde más de 800.000 empleos agrarios y se incorporan a la actividad cinco veces más mujeres de las que se incorporaron al mercado de trabajo en los 10 años inmediatamente anteriores. (Cuadro l).
A pesar de eso, mientras que entre 1975 y 1985 el empleo no agrario disminuyó en un millón de personas, entre 1985 y 1995 aumentó en 2,25 millones. Es decir, la economía española, pese a lo que reiteradamente se pontifica, ha sido capaz de crear empleo, de forma significativa en estos últimos 10 años. Y lo que es más importante, este proceso de creación de empleo presenta tres características positivas:
- El proceso de creación de empleo ha coincidido con una transformación cualitativa del mercado de trabajo (aumento de la población activa femenina, reducción de efectivos agrarios, aumento importante de afiliados ocupados a la Seguridad Social) que hacen mucho más significativos los datos numéricos. (Cuadros 2 y 3).
- Los últimos periodos recesivos de la economía han mantenido un volumen de empleo más alto que los anteriores momentos de crisis.
Desde 1994 se ha empezado a producir una paulatina e ininterrumpida creación de empleo por tiempo indefinido. (Cuadro 4).
Que hay un problema de empleo nadie lo duda. Pero la conveniencia de afrontarlo desde el análisis de la realidad y a partir' de un diagnóstico certero de la situación debería ser un requisito indispensable para que las soluciones fueran de verdad las que convienen para resolverlo y no las que interesan a determinados sectores.
España ha vivido un proceso, enormemente acelerado, de transformación (modernización) del mercado de trabajo que, como antes vimos, explica por sí mismo la evolución de las cifras de actividad, de ocupación y de paro. Entre 1985 y 1989, periodo de clara expansión económica con un crecimiento del 20% del PIB, el número de personas con empleo aumentó en 1,8 millones, a pesar de que, en ese mismo tiempo, se perdieron casi 350.000 "empleos" agrarios.
La siguiente fase expansiva ha sido más débil. Y sin embargo desde el segundo trimestre de 1994 hasta hoy la economía española, creciendo en torno al 2,5%, ha creado 507.000 empleos, siendo así que más del 80% del aumento de asalariados se ha producido entre los contratados por tiempo indefinido.
Los cambios cualitativos que se han producido en los últimos años ayudan a entender que la economía española ya hoy, y desde luego mañana, va a ser capaz de avanzar en la senda del empleo con mayores facilidades que tiempo atrás porque se han producido reformas estructurales y legales en el mercado de trabajo que lo han hecho más dinámico y capaz que lo que era en tiempo reciente. Si estuviéramos de acuerdo en esto, quizá llegáramos a concluir que tanta crítica a nuestro mercado de trabajo, tantas reformas anunciadas poco tienen que ver con el empleo. Se trata de una simple coartada, coartada ¿para qué?
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