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La paciencia de los extras de Verdi

400 personas que actuarán en la ópera "Aida" intentaron ensayar ayer en Las Ventas

Paz Álvarez

La música de Verdi ya retumba en la plaza de Las Ventas. También las voces de los actores que actuarán a partir del próximo miércoles en la ópera Aida, y que desde hace una semana ensayan en el ruedo madrileño.Por la arena pasaron ayer unas cuatrocientas personas del más de un millar que actuarán en los papeles de escoltas de la corte de la princesa Amneris, esclavos, sacerdotisas, soldados, miembros de la guardia de Radamés, guardias de Ranfis, capitanes, ministros y el pueblo. Todos, bien armados ... de paciencia.

Empezó contándolo Javier, un fornido muchacho de 25 años, estudiante de Ciencias Políticas: "Somos como el santo Job; si no, te da algo. Pasamos muchas horas, de nueve a doce de la noche, de pie, sin hacer nada. La mayor parte del tiempo estamos sentados. La organización es un desastre, porque no sabe manejar a tanta gente. Al final no sabremos cómo saldrá la ópera, porque cada día ensayamos una cosa distinta. Muchos extras lo han dejado. Yo, la verdad, lo hago por amor al arte y por las dos entradas, que he regalado a mi novia y a una amiga".

Javier, en su papel de soldado arquero, imitaba el gesto en el que tendrá que desfilar durante la representación. En pantalón bermuda y camiseta, estiraba el pecho y los brazos y hacía como que tensaba un arco. "Así durante toda la obra. Esto tiene pecado; además, llevamos un traje de faralaes, con volantes y todo, como los de la Pantoja. Unos días nos ponen un traje; otros, otro. Tampoco sabemos cómo nos vamos a vestir el día de la función", comentaba este estudiante.

En cuestión de segundos se formó una tertulia de extras. Eran las 21.30. "Hemos sido citados a las nueve y todavía no hemos empezado. Así todos los días. Qué falta de seriedad y de respeto hacia nosotros tiene esta gente", se quejaba Roberto, un estudiante de mecánica industrial, de 19 años, con experiencia como actor. Y apuntaba el ejemplo de su última representación en la obra Los miserables en el colegio de los salesianos de Atocha.

"Ahí sí que eran rigurosos con los horarios, pero esto es un cachondeo. Yo pensaba que como era un gran espectáculo aquí habría más profesionalidad, pero me he llevado una decepción", contaba el chico a una decena de compañeros de reparto, todos soldados.

Sentadas en uno de los burladeros, escuchaban la conversación dos escoltas de la princesa Amneris. Con cara de cansancio, acababan de terminar sus cinco largas horas de ensayos. "Pasamos mucho tiempo de pie; tenemos que probarnos el vestuario; son muchas cosas. Pero es ameno y conoces gente", decía Bárbara Pérez de Lema, de 21 años y actriz de profesión. "Yo estoy acostumbrada a esperar, porque en los ensayos y en este mundillo siempre se pierde el tiempo. Pero me compensa todas las horas de espera", seguía explicando Bárbara.

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Su amiga Mercedes González, de 21 años y estudiante de doblaje, asentía con la cabeza. "Es normal que tengamos que esperar, porque somos muchos y coordinar a mil personas es muy complicado. Pero a mí me merece la pena estar en este acontecimiento. Yo cada vez que pienso, que 40.000 personas van a aplaudirme me entra una cosa en el estómago", contaba, emocionada. En el ruedo, los chicos seguían protestando. "Nosotros estamos hasta las doce de la noche, como dice nuestro contrato. Más tarde, nos vamos", se oía decir.

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Sobre la firma

Paz Álvarez
Periodista especializada en gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, tiene un programa de desarrollo directivo por el IESE. En 1993 comenzó a escribir en la sección de Madrid y, en 1997, se incorporó al diario CincoDías, donde creó la sección de Directivos y ha sido jefa de la sección de Fortuna hasta 2022.

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