Fútbol y confianza
EL QUIRÓFANO - ALFREDO RELAÑO- Mal comienzo. España empezó mal, lo que no constituyó sorpresa habida cuenta de la alineación, en la que los defensas centrales constituían clara mayoría. Ni siquiera el gol rápido y un tanto afortunado, dicho sea sin quitar mérito al excelente toque final de Marijarín, mejoró las cosas, Rumania, que salió más dispuesta y, sobre todo, con jugadores más capacitados para mover el balón, sacó del partido a España, empató y nos hizo sentir fuera.- La fisura. El centro de la defensa rumana fue un coladero siempre. Mientras mandaron ellos y mientras mandamos nosotros. Fue un coladero hasta tal extremo que clamaba al cielo que España no aproximara el balón allí con más cautela. e intención para explotar la brecha.
- Otra vez. De nuevo con el marcador en contra, Clemente hizo propósito de enmienda. Alfonso al campo, Amor al campo, Guerrero al campo. Más fútbol, más balón al pie. Nada le da más confianza a un equipo que el balón al pie, bien jugado. Nada le quita más confianza a un equipo que ver que su rival se entiende con el balón. Cuando España jugó un poquito al fútbol, poquito, Rumania se arrugó, se metió en su área, y ese equipo metido en su área es hombre al agua. El gol era cuestión de tiempo.
- Hagi. Carga con el equipo en exceso, bien es cierto que por propia voluntad. Tres partidos arrastrando de todos han sido al final demasiado. En la última media hora, cuando más le necesitó Rumania, estuvo impreciso y lento. Pero su voluntad de mando y de participación no disminuyeron.
- Amor. Fue el gran cambio del partido. Hasta su llegada, quedaba un vacío en la zona de aproximación al área rival: Hierro y Nadal muy atrás, Manjarín y Amavisca muy abiertos, Alfonso o Pizzi y Kiko muy arriba. Amor galopó por el espacio libre, se ofreció, recibió, devolvió y llegó al fondo. Y marcó el gol, por si lo anterior fuera poco.
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