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El presunto cerebro del crimen de Nigrán dice que encubre a un desconocido

El policía Manuel Lorenzo, presunto cerebro del secuestro y asesinato de cuatro personas en Nigrán (Pontevedra), en 1994, se sacó ayer de la chistera una asombrosa coartada en la primera jornada del Juicio contra él y su compañero, el agente Jesús Vela. Impávido y exhibiendo una enorme seguridad, Lorenzo di o que ha soportado dos años y medio de prisión por amor a su novia, a la que amenaza de muerte el verdadero autor del crimen. Lorenzo y Vela, para quienes el fiscal pide un total de 443 años de cárcel, sostienen que irrumpieron en el chalé del empresario David Fernández para hacerse con el botín de una fantasmal operación de tráfico de armas.

Fábula o coartada, Lorenzo la contó sin inmutarse ante la sala tercera de la Audiencia Provincial de Pontevedra. Contó que una persona cuya identidad no puede revelar le dio el soplo de que el empresario había recibido el 31 de enero de 1994 una entrega de 200 millones procedente del contrabando de armas. Después de más de 17 horas de secuestro de toda la familia en su propio domicilio, David Fernández sólo pudo reunir 20 millones, por lo que "el personaje innominado", como lo calificó el fiscal con ironía, se presentó en el chalé de Nigrán, en las afueras de Vigo, y mató al industrial, a su esposa, Pilar; a una de las hijas, Marta, y a la empleada de hogar, Ana Isabel Costas."A David le puso un cojín en la cabeza", relató Lorenzo, "y le dijo antes de disparar: 'A todos los cerdos le llega su sanmartín'. Falló el primer disparo, pero con el segundo lo mató". El policía no se contentó con autoexculparse, sino que se atribuyó la heroicidad de haber salvado la vida de los otros (los hijos, que habían logrado encerrarse en una de las habitaciones.

Según Lorenzo, cuando el personaje innominado trataba de echar la puerta abajo, él mismo lo encañonó con su arma y evitó que matase a los dos jóvenes, David, que entonces tenía 22 años, y Pedro, que había cumplido los 15. "¿"Y por qué no dice el nombre del asesino?", le preguntó su abogado defensor. Lorenzo bajó la voz y puso tono compungido: "Porque ha amenazado a mi, novia, con la que me iba a casar".

A favor de Lorenzo puede jugar el hecho de que no haya aparecido el arma homocida, pero nadie avala su sorprendente tesis. Jesús Vela, el otro policía acusado, se lava las manos. Admite que Lorenzo le había hablado de una tercera personal pero asegura que en el momento de cometerse los crímenes él se encontraba en la cocina del- chalé guardando los fajos de billetes en una mochila escolar. Vela dice que no vio nada, que se asustó al oír los disparos, pues su intención no era matar a nadie, y huyó a toda prisa.

Tampoco los testimonios de los dos supervivientes fueron muy favorables a Lorenzo. El mayor, David, dio muestras de encontrarse aún muy- afectado por el recuerdo de los hechos y, con voz entrecortada, ofreció muy pocos detalles. Pero el menor, Pedro, exhibió un enorme aplomo, incluso cuando un defensor trató de acorralarlo. Pedro admitió que, durante el largo secuestro, Lorenzo hizo al menos un par de llamadas en las que comunicaba a un interlocutor desconocido que "todo iba bien". Sin embargo, al muchacho le pareció una comedia, porque tuvo la impresión de que "sólo marcaba tres o cuatro dígitos".

Pedro y David estaban encerrados y amordazados en una de las habitaciones de la casa. "Oímos un disparo y un grito de mi padre. Entonces pensé que habían matado a mi madre", relató el joven. "Después de oír una segunda detonación logramos aflojamos las manos, echamos el pestillo a la puerta y empezamos a pedir auxilio por la ventana. Empezaron a golpear nuestra puerta y oí la voz de Lorenzo gritando: 'Abrid, que os matarnos".

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Los dos policías coincidieron a grandes rasgos en el relato de los hechos. Ambos dijeron que fueron al chalé con la intención de intimidar a la familia para hacerse con 200 millones.

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