A la tarjeta roja:

La tarjeta roja introduce la idea del Juicio Final. No existe la figura del perdón. Mientras corretea por el campo, el árbitro parece un notario en execedencia escapando de su sombra. Pero cuando el árbitro saca la tarjeta roja, el hombrecito se transforma en juez supremo. A los expulsados se les pone cara de patíbulo. El partido cobra una emoción trágica, un suspense de thriller. Vemos que hay jueces corruptos y malhechores que se escapan a la ley. Pero, ¿que épica resulta la imagen de un desarmado justiciero y paticorto cuando expulsa a un bravucón jaleado en las gradas? El cartoncito rojo reluce entonces, en la inmensidad del estadio, como una espada de fuego. Y la gente honrada aplaude al hombrecito con las manos en los bolsillos.-