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Tribuna
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EL CUADERNO DE VALDANO

Jorge Valdano

No se hagan los distraídos. Ya me cansé de la pregunta: ¿Qué es jugar bien al fútbol? Llegó Portugal acomodado en zona y se puso a tocar la pelota entendiendo que cada lugar del campo tiene su velocidad y su dificultad. Todos tocan y se ofrecen; el bordado. empieza desde atrás donde hay que asegurar la salida sin riesgos, el medio centro distribuye con sentido común, los medios de los lados pisan la raya de banda y se muestran en diagonal, el cuarto centrocampista es el trasgresor que inventa cosas raras para arriesgar la búsqueda del gol y todos juntos se suman al delantero en la llegada. Es gol o no, ganarán o perderán, pero al- final del partido ingleses, españoles, italianos y búlgaros coinciden en el juicio: "Maravilloso". ¿Ah, sí? Entonces no pregunten más qué es jugar- bien. Es eso.Tan secundarios que no se ven. En un campeonato europeo sólo tienen cabida los mejores jugadores de cada país, por eso vamos a ver los partidos con la máxima expectativa. Aun aceptando que también en los grandes equipos hay figuras y acompañantes, cuesta entender la falta de protagonismo de algunos hombres. Cumplen con tareas tan oscuras que uno los busca en la memoria y no los ve. Si en los 90 minutos del partido no tienen tiempo para meterse en el recuerdo del buen aficionado a través de la insistencia o del detalle, es que no están para este nivel.

Van Der Sar. El portero de Holanda juntó las dos escuelas. El puesto se divide en dos grandes grupos: porteros atajadores, que viven debajo de los palos, y porteros jugadores, que manejan los pies además de las manos. Van Der Sar tiene las dos escuelas. La ventaja es doble: cuando Holanda tiene la pelota, gana un jugador más y cuando la pierde gana 20 metros de terreno porque la espalda está siempre protegida.

¿No será que corren demasiado?. Sulú Cirioni, un jugador de mi pueblo, se ponía desodorante en el entretiempo de los partidos, sorda y teatral manera de emitir dos tipos de mensaje: recordar que no había corrido en el primer tiempo y advertir que no pensaba correr en el segundo. Todos lo aceptábamos porque era un jugador imprescindible: ponía la pausa. Lo recuerdo viendo el dominio abrumador de Holanda frente a Escocia, en donde la velocidad es siempre máxima, sin matices. La pausa sirve a la sorpresa y al engaño, valores excluyentes en equipos que aspiran a la grandeza. Holanda es una de las favoritas indiscutibles del campeonato, pero necesitaría al menos un jugador que se pusiera desodorante en el entretiempo.

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