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Los vecinos de San Blas se encrespan tras hablar con el concejal

Antonio Jiménez Barca

Los vecinos de San Blas, en pie de guerra desde hace una semana por el aumento de la venta de droga que se ha producido en los últimos meses en el cercano barrio gitano de Los Módulos, se reunieron ayer con el primer teniente de alcalde y concejal de Seguridad, José Ignacio Echeverría. Pero sus promesas de apoyo les supieron a poco. Así, horas después, a las seis de la tarde, el medio millar de residentes de este distrito, que desde hace siete días se manifiesta diariamente, cortó el tráfico durante media hora en la plaza de la Cruz de los Caídos. "En resumen, lo que nos ha dicho el concejal es que él no puede hacer nada, que es el Ivima (Instituto de la Vivienda de Madrid, dependiente de la Comunidad) el que tiene que derribar Los Módulos", dijo ayer un portavoz que prefiere guardar el anonimato porque está amenazado por los camellos".Los vecinos creen que de una administración a otra "se están pasando la pelota" sin resolver el problema.

Los residentes del barrio gitano, donde viven 119 familias, observaban el discurrir de la protesta sin decir nada, desde lejos. Alrededor de 20 agentes del Cuerpo Nacional de Policía se encontraban en la entrada del poblado, a modo de fuerza de interposición. No dejaron a los vecinos entrar ni a los gitanos permanecer en la calle. Los barracones fueron construidos en 1982 de forma provisional.

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Policías a caballo y perros especiales vigilarán el punto de venta de droga

VIENE DE LA PÁGINA 1Tras cortar el tráfico -sólo permitieron el paso a un autocar que transportaba niños- los vecinos marcharon en manifestación hasta las casas prefabricadas, situadas en la Avenida de Guadalajara. Cuando los manifestantes llegaron allí y pasaron al lado de la valla de cemento que separa desde 1990 las dos comunidades, señalaron con el dedo y gritaron: "Ahí se vende droga", "esos Mercedes no son de la fruta". Los residentes de los Módulos contemplaban la manifestación en silencio.

El Delegado de Gobierno, Pedro Núñez Morgades, aseguró ayer que policías montados a caballo vigilarán el distrito de San Blas y, en especial, los Módulos, punto de venta de droga al que acuden toxicómanos de todo, Madrid. A los policías les acompañarán perros especialmente adiestrados. De cualquier forma, y a raíz de la protesta vecinal, la presencia de los agentes -tanto municipales como nacionales- se ha incrementado mucho en el barrio, con lo que los drogadictos tienen más dificultades para adquirir sus dosis.

Los vecinos que ayer se manifestaron, y que aseguran que seguirán con sus protestas mañana y la semana que viene, se quejan de que en los últimos meses el tráfico de drogas se ha disparado en el barrio, convirtiéndose en uno de los focos de venta de droga más importantes de la ciudad. Hay quien asegura que la razón de tan espectacular demanda es que se ofrecían a finales de año papelinas (raciones de droga) más baratas. Sea como fuere, la Avenida de Guadalajara se ha transformado en el final de un camino que todos los días, en metro, en taxi o en coche, recorren diariamente cientos de drogadictos. La valla que separa la carretera del poblado les ha servido a muchos de escondite para inyectarse.

Los toxicómanos, según denunciaron los vecinos, también aprovechan los portales y los huecos de las escaleras. "La Avenida de Guadalajara parece un supermercado de la droga: hay quien vende botellas de agua, el papel albal, la cocaína la heroína, todo", se quejaba un residente en el barrio. "Ahora hay más policía pero, ¿cuánto va a durar? Si dejamos de protestar todo volverá a ser como antes. Seguiremos hasta que derriben los prefabricados", añadía, visiblemente turbado.

Cuando la manifestación llegó a la carretera que da acceso a Los Módulos, los participantes en la marcha se detuvieron. Y los gritos arreciaron: "Camellos al desierto", "ahí enfrente se mata a la gente".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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