Del Metropolitano al Calderórn
Miguel San Román, en 1961 portero del Atlético de Madrid, es presidente de los veteranos rojiblancos
Cuando Miguel San Román llegó a Madrid a estudiar con tan sólo 14 años no paró de llorar en varías semanas del disgusto por haber abandonado su Zamora natal. El joven no se imaginaba entonces que un golpe de buena suerte le iba a llevar pocos años después a cumplir el eterno sueño de los adolescentes españoles: convertirse en futbolista. Una prueba en el campo que la Federación Española de Fútbol tenía junto al estadio del Atlético de Madrid, el Metropolitano, en la avenida de la Moncloa, le abrió las puertas del equipo juvenil del club rojiblanco. Esto sucedió hace más de cuarenta anos -"cuando no existía ni el chándal", apunta-, y en 1956, recién cumplidos los 18 años, San Román ya estaba jugando como portero en el Atlético, a cuya plantilla perteneció hasta el final de su vida deportiva, en 1970.Después de las cuatro décadas transcurridas, sólo las figuras que entraron en la leyenda del balompié permanecen en la memoria de la mayoría de los aficionados. Pero los partidos no sólo los ganan las estrellas, y otros muchos como San Román -que reconoce que su popularidad fue siempre discreta- se dejaron las rodillas en el césped. Él, en concreto, ha sufrido cuatro operaciones que le han dejado secuelas irreversibles.
El ex jugador, de 58 años, casado por segundá vez con una mujer croata y padre de un hijo de su primer matrimonio, asegura que en los años cincuenta el ambiente en el que se movían los futbolistas era mucho más familiar. "Yo vivía muy cerca del Metropolitano, y la mayoría de mis compañeros, también. íbamos andando a entrenar, porque casi ninguno teníamos coche. Nuestra relación, fuera y dentro del campo, era mucho más cercana e intensa que la que se tiene ahora". San Román habla con conocimiento de causa y puede hacer comparaciones. Trabaja en la empresa del también ex jugador del Atlético Pepe Navarro, que posee licencia de la FIFA para llevar la representación de varios jugadores y entrenadores en activo y en la que el buque insignia es Luis Aragonés, entrenador del Valencia.
En su opinión, una de las cosas que más han cambiado es el poder de decisión de los jugadores. "En mi época los contratos eran completamente diferentes. Nosotros firmábamos con un club y era prácticamente para toda la vida. Cuando finalizaba el contrato, el club ni siquiera hablaba contigo. Escribía a la federación para informarle de que quedaba retenido y tú no podías hacer nada, no te daban opción a negociar. En la actualidad es el jugador el que tiene la sartén por el mango, y quizá por eso hay más conflictos en los clubes".
San Román coincidió en su primera época con Adrián Escudero, Verde, Pazos, Lobito Hernández, Barragán y otros muchos con los que mantuvo una gran amistad. "Los conocí cuando yo todavía era un niño. Luego me fui un año a jugar al Rayo Vallecano, en la temporada 59-60, y al año siguiente lo hice en el Murcia. Cuando regresé al Atlético me encontré con el brasileño Vavá, Mendoza, Adelardo, Collar, Miguelito Jones, Ramiro, Griffa, Madinabeytia, Calleja, que fueron después campeones de Liga con Marcel Domingo".
Ninguno de ellos cobraba las cifras millonarias de ahora. Tenían un sueldo de 17.500 pesetas al mes y la ficha alcanzaba como mucho las doscientas mil. "Estas cantidades suenan ridículas, pero yo vivía estupendamente bien. Poco antes de retirarme me compré un piso por 850.000 pesetas que ahora costará 45 millones, que es lo que gana un jugador del nivel que yo tenía. Se gana más dinero, pero la vida ha subido mucho y los gastos son también mayores. Otra cosa diferente eran las figuras. Éstas ganaron muchísimo dinero entonces y ahora, y seguirán ganándolo".
Corrige a quienes hablan del Atlético como si éste fuera un club pequeño. "Aunque estos dos últimos años ha tenido una mala racha, ha sido siempre un gran equipo, ha ganado muchos títulos internacionales y nacionales y ha estado siempre entre los tres mejores. Que yo recuerde, estando yo en plantilla, fue dos veces campeón de Copa y dos veces de Liga. Yo jugué en la final de la Recopa, en 1962, cuando quedamos campeones. Afortunadamente, el Atlético se ha recuperado y ahora está al nivel que le corresponde
Cuando empezó su carrera en 1956, el presidente del club era Javier Barroso, y cuando se marchó ocupaba el cargo Vicente Calderón, al que dice estar muy agradecido: "Soy de los pocos futbolistas a los que, sin haber sido una gran figura, el club les organizó un partido homenaje, en 197l.". De Jesús Gil, el actual presidente, opina que debe controlar su vehemencia, porque "en el fútbol, tarde o temprano, acaban pasándote factura. Parece que se ha calmado un poco y se ha dado cuenta de que cuanto menos critique, sobre todo a los árbitros, mejor".
Pero es la figura del entrenador la más sufrida y el puesto más difícil, a su juicio, "porque tener contentos a todos los jugadores es imposible". "En mi época", cuenta, "los entrenadores nos vigilaban mucho. Recuerdo que tuvimos un brasileño, Otto Gloria, que cuando menos te lo esperabas llamaba al timbre de tu casa para comprobar si dormías. Pero los futbolistas siempre hemos tenido mucho ingenio para estas cuestiones. Un compañero mío que vivía en la plaza de Roma llegó a sobornar al portero de su casa para que le dijera siempre al entrenador que no había salido".
Desde que se retiró del fútbol, San Román -presidente de la Asociación de Veteranos del Atléticoha podido disfrutar sin cortapisas de la noche. Abrió un pub en Argüelles, que cerró a los cinco años, y fue director del tablao Los Canasteros durante una década. En la actualidad es fácil encontrarle tomando una copa en el Sidharta, un pub de ambiente clásico de Serrano que está tratando de revitalizar. Sin duda le va la marcha madrileña: "Llegué llorando a Madrid, pero si ahora tuviera que marcharme lloraría todavía más".
El próximo 26 de mayo estará en el Calderón animando al Atlético: "Voy a disfrutar este triunfo igual que si estuviera en el equipo", concluye.
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