El publico aparta a Crivillé del triunfo
El piloto español cae en la última vuelta con el público en la pista, pero el equipo Honda retira su reclamación
PACO LATORRE Álex Crivillé fue el héroe del Gran Premio de España. A nadie se le ocurrió discutir ayer el papel protagonista del piloto catalán en el complejo guión que se desarrolló en el circuito de Jerez. Más difícil fue adjudicar el rol del villano, categoría a la que aspiraron casi con iguales méritos el australiano Mick Doohan, vencedor de la prueba de 500cc tras la caída de Crivillé en la última curva, y un número amplio de aficionados descontrolados que invadieron la pista poco antes del final de la carrera, provocando el incidente que le costó al noi de Seva una victoria casi segura. Como secundario bueno del entramado, Emilio Alzamora consiguió la nominación, gracias a su segunda posición en la carrera de 125cc -el único podio español del día- y como malos figuraron los responsables del equipo oficial Honda, incapaces de defender a Crivillé en los despachos.
Al término de la carrera, la escuadra en la que militan los dos protagonistas de la jornada, Doohan y Crivillé, presentó una reclamación siguiendo la petición del piloto español. Su argumento era sencillo: la prueba debería haber sido detenida, mediante la bandera roja reglamentaria, en el penúltimo paso por meta, puesto que ya entonces la riada de espectadores había inundado la pista. En tal caso, el vencedor hubiera sido Crivillé, pues fue él quien encaró el último giro en cabeza, igual que había hecho durante los 27 anteriores..
Sin embargo, al cabo de un rato, mientras los comisarios iniciaban su análisis del caso, el propio equipo retiró la protesta. Las presiones de Doohan pesaron más que los méritos de Crivillé sobre el asfalto. "No es justo", dijo éste. "Estoy convencido de que habría ganado si no llega haber gente en la pista. Estuve punto de atropellar a algunos y, al aflojar, Doohan pudo recuperar su desventaja y pasarme. No hay derecho".
El piloto australiano realizó un adelantamiento perfecto aprovechando que su compañero de equipo tuvo que frenar para evitar la catástrofe. Se le coló por el interior en la última curva, casi sin sitio, y obligó a Crivillé, por el exterior, a trazar una maniobra imposible. La moto número cuatro voló por los aires y las ilusiones de su jinete se quebraron a apenas cien metros de la meta.
"El público estuvo fantástico hasta la última vuelta", dijo Crivillé, "pero lo que ocurrió entonces fue increíble". Los mismos fanáticos que le llevaron al suelo lloraron su caída y le aclamaron como un ídolo al regresar a talleres. Y silbaron a Doohan sobre el podio, cuando las culpas quizá debían repartirse.
El doble campeón del mundo, sin embargo, ramató la faena cuando se enteró de que su equipo presentaba reclamación a instancias de Crivillé. Acudió al motor-home del catalán mientras éste todavía recibía tratamiento en el pie dolorido tras la caída -no sufrió lesiones serias- y le amenazó: "Esto no quedará así", le dijo. Y consiguió que su escudería diera marcha atrás para certificar su segundo triunfo del año y un cómodo liderato en el Mundial. El italiano Luca Cadalora (Honda) se clasificó en segunda posición y el japonés Tadayuki Okada (Honda) heredó un -inesperado lugar sobre el tercer escalón del cajón.
Antes, a lo largo de la carrera, sólo Crivillé mereció la victoria. Él la peleó de principio a fin, se colocó en primera posición en la primera vuelta y controló el ritmo hasta la irrupción de los centenares de espectadores que desbordaron el control de la organización. La demostración de Crivillé ocultó la progresión de su colega Alberto Puig (Honda), que se clasificó quinto después de una remontada espectacular y que demostró que su completa recuperación está muy cercana. El otro pupilo de Sito Pons, Carlos Checa (Honda), también realizó una carrera con mérito, logrando la décima posición a pesar de correr con la muñeca izquierda lesionada.
Biaggi y Alzamora
La emoción que se vivió primero en 125cc y después en 500cc: enfrió el momento en que los pilotos de 250cc se enfrentaron al semáforo de salida. Con el verde liberador, el italiano Max Biaggi (Aprilia) se lanzó en solitario hacia su habitual cabalgada, dejando atrás cualquier intento de oposición. En la primera curva, el doble campeón del mundo de la categoría ya era primero; en la primera vuelta le sacaba un mundo -casi dos segundos de ventaja- a su inmediato perseguidor; y al final de la carrera, el segundo clasificado, el japonés Tetsuya Harada (Yamaha), acabó a una eternidad: 12 segundos.
Emilio Alzamora (Honda), autor de una brillante carrera en la cilindrada más pequeña, los 125, fue el único español que subió al podio. El piloto de Lleida perdió un triunfo que persiguió con insistencia por sólo 25 centésimas de segundo, el margen que le separó del vencedor, el japonés Haruchika Aoki (Honda), actual campeón del mundo.
La prueba fue, como se esperaba, un viaje en fila de un grupo amplio de pilotos, entre los que se integraron Alzamora y también Jorge Martínez Aspar (Aprilia), autor de una buena remontada para superar una nefasta salida. Pasado el ecuador de la carrera, parecía que el triunfo se lo iban a disputar Aoki, Alzamora, Aspar y otro japonés, Noburu Ueda. Pero Aspar rompió los frenos y acabó en el suelo, víctima de una nueva desgracia. Alzamora lo intentó hasta el último suspiro. Empezó la última vuelta en cabeza, tapando cualquier agujero, pero no pudo impedir que Aoki le pasara en la última curva, la misma curva fatídica en la que Crivillé cayó más tarde.
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