Carta a José Luis Aranguren

En estos últimos años, y como reacción ante alguna de sus apariciones públicas, le he escrito varias cartas que nunca he enviado. Releídas, me parecían insulsas y no contenían lo que yo quería decir. No me cuento entre sus discípulos ni amigos, y debo lo poco que le he tratado a mi pertenencia a la desaparecida Asociación Española de Mujeres Universitarias, de la que usted siempre fue buen amigo y colaborador en tiempos difíciles. Pero ya adulta y posgraduada asistí siempre que pude a sus clases, cursillos y conferencias.Creo que la formación intelectual y humana de las personas que de mi generación le escucharon y admiraron hubiera sido otra sin su magisterio. Usted nos transmitió sus conocimientos y reflexiones con sencillez y claridad, de modo suave pero contundente (me parece oír su gratísima e inconfundible voz), enseñándonos a ser independientes y a ejercitar nuestro sentido crítico. De usted aprendimos, y confirmo lo que dice Javier Muguerza en su artículo del 18 de abril, a rechazar "la adhesión mostrenca al tópico y el culto a la oposición trillada". Puede que usted, tal como lo ha dicho en su última reflexión sobre sí mismo, no haya sido tan virtuoso como se podía pensar, pero le puedo asegurar que su querido recuerdo siempre nos acompañará, porque nos infundió la sensación limpia y gozosa de, que nos precedía, humildemente, en busca de la verdad. Le deseo un buen viaje.-