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FÚTBOL 36ª JORNADA DE LIGA

El Valencia dimite como aspirante

La Real Sociedad marcó cuatro goles en los primeros 35 minutos

El Valencia vestía de blanco y negro, como siempre. En el banquillo estaba Luis Aragonés, como siempre. Jugaban, más o menos, los de siempre. Hasta ahí alcanzaba su condición. A partir de ahí cualquier parecido con la realidad fue pura coincidencia. Cuando el árbitro determinó él inició del partido el Valencia dimitió de su condición de aspirante al título de Liga. A cambio, ofertó un saldo futbolístico que rayaba con el absurdo y delimitaba a la perfección los límites del ridículo. Pocas veces una defensa puede incurrir en errores infantiles con tanta reincidencia como la muchachada valenciana se empeñó en ensayar hasta la saciedad. Desde ayer, Javi Navarro y Otero tienen encargado en Anoeta un monumento a la generosidad. Seis veces diseñó la Real Sociedad la misma jugada y seis veces logró el objetivo de plantarse en las narices de Zubizarreta, que al menos salvó dos mano a mano con el rumano Craioveanu. Las otras cuatro acabaron en la red cuando el reloj sólo había consumido 35 minutos.El engaño era tan infantil como un escondite repetido. De Pedro tomaba la espalda a Javi Navarro y Luis Pérez se adelantaba a Otero en la otra banda cuando De Pedro enroscaba el balón en el centro del área. Luis Pérez halló fortuna en sus tres intentos. Craioveanu, por el centro, necesitó tres intentos para hallar el botín.

La Real Sociedad no tuvo que pasar la página, le bastó el primer capítulo, aquél en el que Luis ejerce de catedrático, para convertir su jerarquía en una dictadura futbolística que impidió cualquier manifestación del Valencia. Cada robo de, balón se convertía en una ocasión de gol en cuanto la pelota caía en los pies de De Pedro y Luis Pérez ponían el turbo para el des marque.

En un santiamén el Valencia sintió el ridículo en sus carnes; cuatro goles en media hora rebajan el orgullo de cualquier aspirante. Resultaba patético ver a Mazinho encargado del trabajo sucio en el medio campo, como un destajista persiguiendo a Karpin sin encontrarlo jamás. Luis le envió al vestuario tras el cuarto gol pagando así ambos sus errres. El partido murió en el des canso. Con cuatro goles no podía exigirse ni una exhibición realista ni una resurrección del Valencia. El asunto se convertía en un trámite, sobre todo tras la expulsión de Gracia, ganada a pulso con un manotazo absurdo a cinco minutos de la reanudación.

El único detalle futbolístico del Valencia lo efectuó Mijatovic cuando aprovechó el despiste de la defensa donostiarra para sacar en corto una falta que Fernando envió a la red. Incluso con un hombre menos la Real Sociedad supo ser superior en defensa y en ataque obteniendo un quinto gol tras un error cometido por Zubizarreta. El partido era ya un correcalles en el que cada cual aprovechaba los múltiples espacios para circular a su antojo. El Valencia, lejos ya de su condición y quizá del título, buscaba un maquillaje imposible para un rostro desagradable. La primera mitad de Anoeta no la olvidará en mucho tiempo. El Valencia se dejó en Anoeta la condición de aspirante.

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