Los portugueses critican que se abran los "híper" sólo la mañana del domingo
La guerra de los hipermercados en Portugal ha resultado absurda. La crisis gubernamental desencadenada se considera inútil y él coste político para el Ejecutivo puede ser enormemente negativo, a tenor de las reacciones que ha suscitado la decisión de abrir los grandes centros comerciales sólo durante las mañanas de los domingos. Nadie ha quedado satisfecho. Ni el pequeño comercio, ni los propietarios de las grandes superficies, ni los propios consumidores. Representantes políticos y sindicales no ocultan su sorpresa y absoluto desconcierto por tan aguda crisis de Gobierno (desmantelamiento de la cúpula económica socialista) cuando la medida adoptada no resuelve los problemas de ninguno de los afectados.El representante de la asociación de los hipermercados, Almeida Santos, afirma que el "horario aprobado no resuelve ningún problema del pequeño comercio y perjudica gravemente a los consumidores". Pero su reacción va mucho más allá y considera la decisión del Gobierno inútil y absurda. "Nadie se imagina", explica con rotundidad, "que los consumidores, se vayan a levantar el domingo a las seis o siete de la mañana para llegar a las ocho a los hipermercados. No tiene sentido. Es más honesto cerrar pura y simplemente".
Representantes del grupo Sonae, propietarios de grandes superficies comerciales, critican también la decisión del Ejecutivo, puesto que consideran que las medidas restrictivas adoptadas no resuelven el problema de la modernización del comercio y son "una solución sin futuro". Un comunicado del grupo explica que sus centros comerciales abrirán sus puertas "experimentalmente" los domingos de diez de la mañana a una de la tarde "para estudiar la viabilidad de ese horario".
El secretario general de la más importante asociación de consumidores del país, Jorge Morgado, resumió la medida adoptada por el primer ministro, Antonio Guterres, con una escueta frase: "Ha recetado una aspirina para combatir una enfermedad crónica".
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