La bandera bosnia ondea ya en todo Sarajevo tras cuatro años de guerra
Miles de los antiguos vecinos musulmanes del barrio de Grbavica cruzaron ayer el puente de la Fraternidad y la Unidad, el último muro que aún dividía Sarajevo, para regresar a sus casas. Cuatro años después del comienzo de la guerra encontraron sus viviendas saquedas o quemadas por los serbobosnios, que acababan de huir. Apenas se ha quedado uno de cada diez de los 60.000 serbios que residían en los cinco barrios transferidos al Gobierno de Sarajevo. El enviado especial de EL PAÍS, Francesc Relea, vivió las últimas horas de ocupación serbia de Grbavica antes de la llegada de los agentes de la policía de la federación bosniocroata, que izaron su bandera en la comisaría del distrito en el día D previsto en los acuerdos de paz de Dayton. Los artificieros tuvieron que desactivar minas y bombas-trampa abandonadas por fanáticos seguidores de Radovan Karadzic en numerosos edificios. Pero el miedo no impidió los reencuentros, las escenas de euforia y alegría tras cuatro años de separación forzosa. Tampoco la decepción de quienes apenas hallaron en su hogar un viejo álbum de fotografías. El Gobierno bosnio ha conseguido finalmente uno de sus objetivos prioritarios en la mesa de negociaciones: la reunificación de la capital, pero el modelo de ciudad multiétnica previsto en Dayton está lejos de ser una realidad. Queda todavía en Sarajevo un pequeño contencioso por resolver: los sectores serbios de Dobrinja, en las inmediaciones del aeropuerto, en los que la línea de demarcación entre la federación y la república serbia atraviesa literalmente sus casas.
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