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Tribuna
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Copulaciones

El impacto de fusión entre los gigantes farmacéuticos Ciba y Sandoz aún resuena en el firmamento financiero. En paralelo con los cataclismos celestiales, los mastodontes de la industria colisionan en grandes copulaciones de placer. El fragor que ahora llega de Suiza se escucha a menudo ya por todo el mundo. La pasión por la fusión entre corporaciones se corresponde con la voluptuosidad de la evacuación. Mientras los grupos se abrazan en proporciones colosales su organismo elimina enormes bostas de empleados. Cada impulso de integración empresarial se corresponde con un proceso dedesintegración.Ciba y Sandoz expulsarán a 14.000 obreros; engrosarán sus ganancias en la intangibilidad del ordenador mientras se libran de provisión humana. El contenido humano tiene, en general, poco que ver con el mercado. Y menos aún con este mercado que procesa la mano de obra y, sí no la recicla, la quema. Al lado de cada empresa gigantesca puede verse, junto a los residuos de la factoría, el rastro de los trabajadores que no le sirven. La política económica ha tomado una deriva donde los parados, los jubilados anticipadamente, los pobres, no son sino excrementos. Las incineradoras que pueblan el mundo para hacer desaparecer las basuras se corresponden con el liberalismo que humea sobre la ceniza del Estado de bienestar. El mercado ha ganado la consideración de ley natural, mientras todo lo demás es artificio. Los muertos laborales de esta fusión, junto a los centenares de miles más eliminados por otras multinacionales del mundo, son signos de progreso. Ciba y Sandoz justifican los despidos con un nuevo plan que destinará fondos para investigaciones que salvarán vidas futuras. No existiendo un sistema con proyecto humano, nada es seguro. Por el momento se han cargado a 14.000.

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