La mayoría insuficiente obliga a Aznar a replantear su estrategia de nombramientos
José María Aznar lleva meses presumiendo públicamente de que ya tenía en su cabeza los nombres y apellidos de su primer Gobierno. No los había consultado con nadie. Ni siquiera con los dirigentes más relevantes de su partido. Los mantiene en secreto en un papelito que guarda en el bolsillo de su chaqueta, como suelen decir los dirigentes del PP.Aznar sólo se permitió, conscientemente, un aparente desliz: en un mitin en Gijón aseguró que el secretario general del PP, el asturiano Francisco Álvarez Cascos, se sentaría en el Consejo de Ministros. En ese Gabinete virtual había entonces 14 sillones. Inmediatamente se buscó contenido para ese primer nombramiento. Se barajaron dos opciones: Interior, que se descartó por la dura imagen de Álvarez Cascos, y Fomento, una denominación recuperada del pasado del Ministerio de Obras Públicas y Transportes.
Los demás dirigentes del PPson sólo ministrables en las quinielas periodísticas. Dicen y juran que Aznar no ha ofrecido nada a nadie. Que es hermético. Que no lo suelta ni para el cuello de su camisa. Ni siquiera su amigo Rodrigo Rato, portavoz del PP en el Congreso en la pasada legislatura y hombre de la máxima confianza de Aznar. En cualquier caso, Rato será uno de los pesos pesados del futuro Ejecutivo.
Hasta el pasado domingo, cuando los optimistas planes del Partido Popular se vieron truncados por una victoria insuficiente, Rato estaba programado para la Vicepresidencia del Gobierno, con competencias sobre las áreas de Economía y Hacienda. También podría ejercer esa función sin la categoría de vicepresidente. Aznar, además, le ha vuelto a reforzar ahora al encargarle el encaje de bolillos de negociar con los demás partidos. Ayer demostró su valía, al lidiar decenas de preguntas sin comprometerse en ninguna respuesta.
Rato iba a ser sustituido en el Congreso como portavoz por Ángel Acebes, ex portavoz del PP en el Senado los dos últimos años. Este nombramiento también estaba cantado. Ahora se replantea la validez de esta opción. Se busca un candidato con "mayor peso político". Con más experiencia en los enfrentamientos dialécticos. Porque está claro que el PSOE dispondrá de un contundente grupo en la oposición, con Felipe González como presidente, Joaquín Almunia como portavoz, y numerosos ex ministros -José Borrell, Juan Alberto Belloch, Pedro Solbes, Alfredo Pérez Rubalcaba- y políticos de contrastada rotundidad, como el ex presidente madrileño Joaquín Leguina, deseando encontrar su hueco para las réplicas.
Cuando en el PP se piensa en un portavoz para sustituir a Rato, no se encuentran muchas alternativas. Podría ser el actual secretario del grupo, Enrique Fernández Miranda, pero este joven médico estaba entre los ministrables de Sanidad. También se menciona a Federico Trillo, por su perfil de orador airado, pero este abogado era casi fijo para la cartera de Justicia. Trillo también podría ocupar una alta responsabilidad en la Mesa o en la Presidencia del Congreso, un organismo que se prevé revitalizar.
Para cualquiera de esos cargos suma cada día más puntos Rafael Arias Salgado, del círculo de colaboradores más cercanos de Aznar, pero el ex ministro de Presidencia en la época de UCD también estaba predestinado para rodear al presidente entre sus asesores o para la cartera de Asuntos Exteriores. La cadena de especulaciones no tiene fin.
Rato tan sólo avanzó ayer un deseo, planteado ya a los demás partidos, y es que cada grupo tenga al menos un representante entre las Mesas del Congreso y del Senado. Ni para esa oferta han cuajado todavía nombres ni ninguna respuesta oficial de sus interlocutores.
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