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Falso funeral por una boda

Un hombre da por muerta a su ex esposa para casarse por la Iglesia con otra

J. A. HERNÁNDEZLa primera esposa de Á. P. S., madrileño de 43 años, sabía que su ex marido era un hombre locuaz y gran seductor. Pero lo que nunca podía imaginar es que, 15 años después de divorciarse de él, tendría que viajar a Madrid (ahora vive en Málaga) para reincorporarse oficialmente al inundo de los, vivos. Su ex la había matado.

¿Córno? Falsificando el certificado de defunción de un familiar ciertamente fallecido. Á. P., según las pesquisas, borró el nombre de su pariente y puso encima el de su parienta. ¿Y para qué? Para poder "casarse por la Iglesia" con otra mujer. La policía y un juez le investigan ahora por un presunto delito de falsedad, por el que fue detenido el pasado 23 de enero.

Según las pesquisas, A . P., quien vive- en la actualidad en un lujoso barrio madrileño, falsificó la partida de defunción de su tío, un militar, que había muerto en el hospital del Aire en 1993; borró el nombre del oficial y escribió encima el de su primera esposa (tres veces ha estado casado Á. P.).

Un detective contratado por el padre de la tercera esposa, a la que llevó al altar gracias al falso certificado, hurgó en su vida y destapó sus artimañas. El primer matrimonio de Á. P. fue fugaz -duró tres años, entre 1975 y 1978-.Se casaron por la Iglesia, con toda la pomposidad de la boda canónica. "El tenía un tío cura y yo otro", explica su primera esposa, la dada por muerta, que pide mantener su anonimato. "Nos casé su tío, pero el mío le ayudó en la ceremonia".

Tres matrimonios

Tras la ruptura del matrimonio, la pareja logró el divorcio a principios de los años ochenta. Tiempo después, Á. P. volvió a desposarse, esta vez por el juzgado. Por la Iglesia no podía hacerlo, pues para ello precisaba que un tribunal eclesiástico anulase su matrimonio religioso. De hecho, A. P. lo intento, pero no tuvo éxito. Del segundo matrimonio civil nacieron varios hijos.

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Pasaron algunos años y el segundo matrimonio también se fue al traste. A. P. conoció entonces a la que sería su tercera esposa. La pareja convino (y ahí surgió el problema) casarse ante el altar; ella de blanco. Y ahí nacieron los problemas.

Los intentos de este periódico para dialogar con A. P. han, sido infructuosos. Pero, a juzgar por sus actos, debió de engañar a su nueva pareja diciéndole que no había impedimiento para acudir al altar. En realidad, sí lo había. Por eso A. P. falseó el certificado de defunción de su tío, para convencer al cura de que su primera esposa había muerto y que, por tanto, nada le impedía casarse por la iglesia. Con el segundo matrimonio no tenía pegas, ya que había sido sólo civil. Y, respecto al primero, el derecho canónico no establece limitación si se' es viudo.

El cura, al creer que la partida de defunción de la primera esposa era auténtica, no puso pegas. Y los casó. Al cabo de, unos meses, su suegro -el de su tercera esposa- advirtió una actitud extraña. en la vida de este yerno. Y el detective que contrató para que siguiese sus pasos descubrió la trama.

Tras volver al mundo oficial de los vivos, la primera esposa comenta: "La policía me comunicó que figuraba como fallecida, me enseñó el falso certificado, según el cual había muerto en el hospital del Aire a las 19.00 del 31 de julio". Pero era sólo la película reescrita por su ex marido: tres bodas y un funeral.

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