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Unas medidas de seguridad desconocidas por los viajeros

Los autocares españoles se encuentran probablemente entre los más seguros de Europa. Al menos cumplen reglamentos del transporte internacional, como el R-36 [seguridad general] y el R-66 [medidas antivuelco], que todavía no se aplican en países más desarrollados que España. El vehículo accidentado reunía además modernos dispositivos de anclaje de los asientos que ni siquiera han sido homologados aún.Hace un año que fue carrozado en el factoría Noge de Arbucies (Girona). El director de la empresa, José Luis Rognoni, está a la espera de recibir un informe sobre el accidente: "El vehículo cumple todas las normas, incluidas las que aún no son obligatorias

Rognoni afirma haber oído que las puertas se quedaron bloqueadas porque su manipulación depende del conductor. "Eso es falso. Hay tres maneras de movilizar las puertas: una desde el puesto del conductor, y las otras dos, pulsando dos botones rojos dentro de círculos amarillos, bien visibles en el interior y en el exterior del vehículo. Un simple toque deja loca la puerta".

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El autocar también disponía de cinco ventanas de emergencia -dos en cada lateral y una detrás-, con un martillo rojo al lado para romperlas en casos de accidente o urgencia.

¿Por qué los pasajeros no pudieron evacuar el autocar y murieron asfixiados? El propio Rogrioni y expertos como el catedrático Francisco Aparicio, de la Politécnica de Madrid, o Carlos Grasas, director del Instituto de Investigación Aplicada del Automóvil (IDIADA) de Tarragona, coinciden: los pasajeros desconocen estas medidas de seguridad.En el momento de la explosión producida por el choque, el turismo se incendió y transmitió el fuego al autocar. Con el conductor herido mortalmente, los pasajeros no supieron reaccionar. Desconocían la existencia de los martillos y del botón que abre las puertas con sólo tocarlo. Todos se abalanzaron a ciegas, entre el humo y la oscuridad, hacia una salida que casi nadie encontró.Sería necesario, según dicen Rognoni, Aparicio y Grasas, que los pasajeros que suben a un autocar recibieran instrucciones, como ocurre en los aviones, para saber reaccionar en un caso de accidente.

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