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La Vuelta sigue fiel a sí misma

Carlos Arribas

Miguel Induráin, Abraham Olano y Tony Rominger estuvieron ayer en Valencia en la presentación de la Vuelta 96. Es posible que ninguno de los tres dispute la ronda española en septiembre. La Vuelta ocupa un lugar secundario en sus objetivos. Sin embargo, la organización de la carrera, escamada por el aplastante. dominio de Laurent Jalabert y del ONCE el año pasado, ha puesto las bases para que la emoción dure hasta el final.

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Buscando lo seguro y huyendo de experimentos catastróficos, este año la montaña y las contrarreloj se concentran en la segunda parte de la ronda. Por lo demás, la Vuelta sigue fiel a sí misma en la elección de metas y puertos, pero por lo menos tendrá la seguridad de que quien llegue de líder a la primera contrarreloj -tras la interminable gira turístico-comercial por Andalucía- no lo hará de forma, incontestable.Cuando se presenta el Tour, la pregunta es: ¿Dónde lo tendrá más difícil Induráin? La Vuelta es, al contrario, un recorrido en busca de un protagonista. Un trazado planteado de forma maquiavélica, en cierto sentido, y con vistas a ofrecer una buena dosificación de los esfuerzos para hacerse atractivo a los que se fijen el Mundial como meta, en otro. Todo, sin olvidar una apuesta segura: la visita a aquellos lugares -lagos de Covadonga, Navacerrada, Serranillos- en los que la mínima leyenda propia se ha ido creando. Y una nueva: por primera desde que Unipublic se hizo cargo de la organización de la ronda, no habrá etapa-prólogo. Las bonificaciones darán la solidez justa al primer líder. "Me gusta eso de que tras el día de descanso se dispute la primera contrarreloj", dijo Manolo Saiz, director del ONCE, un equipo para el que la Vuelta forma parte de sus grandes objetivos y que, en confesión propia, cuenta con cuatro o cinco corredores capaces de ganarla. "Así se verá quién tuvo un mal día en el reposo. No podrá esconderse en el pelotón". Técnica y aparentemente, la Vuelta está diseñada con buen gusto. La longitud media de las etapas se ha reducido, lo que les dará más vida, y las dificultades aparecen escalonadas hasta llegar a la prevista apoteosis de la 19ª (Getafe-Ávila).

Siguiendo el modelo del Tour, aunque solamente sea en eso, la Vuelta ha reducido el número de kilómetros contrarreloj en relación a pasadas ediciones. Se busca un nuevo perfil de corredor, no al grande capaz de crear diferencias en el llano y aumentarlas en la gran montaña, sino al mediano todoterreno. Sin embargo, los 90 kilómetros en solitario de la próxima edición proponen un perfil atractivo, sobre todo la primera porción, los 46 kilómetros en Avila que incluyen un puerto de segunda. La alta montaña es la española, pero concentrada. Sin aventurarse en Francia, como el año pasado, en busca de los grandes Pirineos, la colocación de los finales, en alto (12ª, 13ª, 15ª y 17ª etapas) provocará o la abulia del pelotón, harto de cuestas, o, en caso de igualdad, la emoción sin límites. La presencia de Induráin, Olano y Rominger en la ceremonia de presentación no debe interpretarse como un consentimiento a su participación en la carrera. De alguna manera, Induráin dijo que pasaba por allí y que no se pueden sacar otras conclusiones. "Mi presencia no es un síntoma de nada. Estoy aquí porque me pillaba cerca [pasaba unos días descansando recuperándose de una gripe en Benidorm]. ¿El recorrido? En septiembre todo es duro", declaró Induráin, que no participa en la Vuelta a España desde 1991.

Olano también dejó dudas. "Me gusta más este recorrido que el del Giro porque las etapas con puertos son más suaves. Pero no se si podré estar en la Vuelta", señaló.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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