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FUTBOL 27ª JORNADA DE LIGA

El Zaragoza sigue apático

El pánico se ha apoderado del Zaragoza. Es un equipo definitivamente roto, repleto de jugadores que parecen esperar la llegada de las liquidaciones. Ante el Salamanca no presentó esquema, ni ambición, ni capacidad técnica. Únicamente destacó la apatía generalizada. En un conjunto que se ha caracterizado estos años por su gusto por el balón, el toque corto y los apoyos, no hay ahora nadie que quiera asumir responsabilidades. El balón quema, sin excepciones, en los pies de unos jugadores que se han especializado en el juego del escondite. Los locales salva ron el resultado con el 1-1 final, pero hundieron un poco más su imagen ante un Salamanca que, haciendo lo justo, desaprovechó una ocasión clarísima para ganar.El primer tiempo local es propio de un equipo que va de cabeza hacia las posiciones de descenso. Y lo grave es que enfrente estuvo un Salamanca que no pasó de mostrarse como un equipo apañado. Muy bien situado sobre el césped, no tuvo que recurrir siquiera a la presión, el arma con el que la mayoría de los equipos asfixian al Zaragoza. El cuadro salmantino se limitó a cerrar espacios y esperar, con una calma desquiciante, que surgieran oportunidades para que Stinga, Barbará o Claudio se incorporaran al ataque.

El partido se movía entre la tensa espera del cuadro, visitante y la incapacidad de los locales, cuando el Salamanca se adelantó. Fue una jugada de las que definen el estado de un equipo, el caótico y depresivo estado de los aragoneses. Stinga recogió en el segundo palo, tuvo tiempo de controlar el balón, levantar la cabeza, rectificar la posición y fusilar a Belman. Todo ello sin que ningún defensa se acercara para obstaculizar al rumano.

Como suele suceder en las situaciones de crisis, el individualismo, la teoría del sálvese quien pueda, fue la opción elegida por el Zaragoza. El resultado no podía ser otro que el progresivo encrespamiento del público. Una jugada de rabia, resuelta por Aguado, el central del equipo, permitió maquillar el resultado y buscar sus opciones en el segundo tiempo.

El Salamanca seguía sin inmutarse. Seguía el guión establecido por Lillo. No hurgó en los males zaragocistas. Dejó que los minutos corrieran a la espera de su oportunidad. Los locales bastante tuvieron con evitar que las protestas de los aficionados. No dieron la sensación de poder superar al Salamanca.

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