Bodas de oro en Chamartín Paquita Rico y el concejal Araújo
reparten placas a cuarenta vetéranas por San Valentín
Cincuenta años de matrimonio se merecen una plaquita, un reloj de mesa (c on forma de cama o puerta), una misa y un baile. Así lo cree el concejal de Chamartín, Miguel Ángel Araújo, del PP, que ayer organizó para los ancianos de su distrito que cumplían, sus bodas de oro una fiesta que presidió la cantante Paquita Rico, vecina de Chamartín. "Para mí es un honor entregar estas placas. Y además, si así le echo una manita al PP, pues mejor que rnejor", dijo la folclórica.Las parejas de ancianos abarrotaban el salón de actos del centro municipal de servicios sociales Santa Hortensia. "No me gusta eso de parejas", señaló uno de ellos. "Somos matrimonios, que es el término que se utiliza para los seres racionales. Las parejas sólo las forman los animales".
La celebración empezó a las cuatro de la tarde en la iglesia de los Sacramentinos. Allí se reunió el casi centenar de ancianos más de cuarenta matrimionios convocados. "Sin duda, la misa ha sido lo más emocionante", afirmó una mujer de 83 años. Ni la misa ni la fiesta se celebraban este año por vez primera. El año pasado, y también coincidiendo con San Valentín, la concejalía organizó otra fiesta parecida. Esa vez, los regalos fueron un secador para ellas y un transistor para ellos. "Cualquier esfuerzo por nuestros ancianos merece la pena", señaló el concejal.
El baile de ayer amenizado por a orquesta Canela en el que se escucharon pasodobles, chotis, valses y boleros- duró hasta las ocho de la tarde entre el animado público sólo se escuchó una queja: la de una pareja que, a pesar de sus 50 años de convivencia, se: quedó sin pláquita porque su nombre se había traspapelado. También protestó un buen número de viudas que se unieron al baile a pesar de no tener derecho a placa. "Me parece un poco injusto, porque si alguien necesita una fiesta somos nosotras", señaló una viuda. Junto a ella, María, de 80 años, contemplaba triste el baile. "Vengo aquí todos los días a comer y me he quedado porque me gusta escuchar música". El aspecto de la mujer, que tiene dos hijos pero vive sola, era muy distinto al de otra que, acompañada por su hijo y con. un pañuelo rosa al cuello, exclamó, señalándo a su descendiente: "Ahora bailo con él"
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