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El Madrid pone los pies en los cuartos

Un débil Benfica permite la clasificación de los blancos para la siguiente fase

El Madrid puso un pie en los cuartos de final sin el menor esfuerzo. Se deshizo del Benfica con una facilidad enorme, como quien se quita de encima una mosca. Por mucho que diga el resultado final (86-81), el Madrid se dio un paseo. El conjunto portugués justificó sobradamente su posición en la tabla, como colista distanciado, y convirtió de paso en un misterio de difícil resolución un detalle: ¿cómo puede llevar este equipo dos victorias en la Liga europea? El Madrid salió del partido con olor a colonia, sin restos de sudor.Vivieron los de Obradovic uno de los pasajes más tranquilos y acaramelados de su trayectoria europea. Una jornada dulce, que, además, llevaba premio dentro: el Madrid se garantizó una plaza en la siguiente fase de la competición. La última cita, en Bolonia ante el Buckler (que ayer, con su derrota ante el Panathinaikos, y la de la Cibona frente al Maccabi, concedió al Madrid su acceso matemático a los cuartos de final), le servirá para aclarar la posición en la que pasa, un matiz fundamental para gozar o no luego de la ventaja del factor campo.

El Benfica convirtió su ataque en un ejercicio de lanzamientos lejanos. Todo lo que pasaba por sus manos concluyó en un tiro desde más allá de la línea de 6,25. Y hasta que ajustó el punto de mira, aquello fue un esperpento: 1 acierto de 13 intentos fue su serie inicial. Luego, cuando su mejor hombre logró calentar, su muñeca, incluyó algunos plenos en su hoja de estadística. Pero nunca como para inquietar al Madrid, como para sacarlo de la hamaca en la que se instaló desde el pitido inicial. Y, lo dicho, por mucho que cuente otra cosa el marcador final. La diferencia de cinco puntos es engañosa.

Se quitó el Madrid de encima las preocupaciones bien pronto. Apareció el equipo de Obradovic con un cinco muy alto, con Savic, Arlauckas y Morales en cancha, y exprimió hasta la última gota la falta de altura lisboeta. También arrancó cuatro o cinco contragolpes seguidos y se disparó en el electrónico. Bastaron unos segundos para cerrar la contienda. Por cuerpo y por velocidad. La fase del despegue blanco quedó reducida a una cosa de tres: Antúnez (14 puntos en la primera mitad), Savic (12) y Arlauckas (18). Los tres acapararon el protagonismo de su equipo. Y los puntos.

El Benfica sólo podía responder al Madrid por afuera, pero por allí se dio de bruces con su propia falta de puntería. Hasta que Lisboa, un escolta obseso de los triples que tira desde allí hasta de espaldas, corrigió su punto de mira. Se marchó el jugador portugués al descanso con su casillero a cero, pero concluyó el partido con 20 puntos.

Tal vez por contagio, el Madrid también lo intentó desde lejos. Aceptó el reto y colaboró en convertir el encuentro en una reunión de triplistas: Antúnez, Santos, Abad... Cada uno aportó su granito de arena para hacer de una sola especialidad la esencia de todo el partido.

Tazita a tazita, relajación blanca a relajación blanca, triple de Lisboa, el jugador, a triple de Lisboa (seis encestó finalmente, con un 50% de acierto), la diferencia en el marcador fue menguando. El Benfica de Lisboa, la ciudad, se fue acercando. Llegó a ganar con holgura en el parcial de la segunda parte (38-62), pero nada más. La tranquilidad madridista no se apago jamás. Su triunfo, aunque finalmente exiguo (los 19 puntos con los que llegó al descanso se quedaron en cinco), no se discutió nunca. Y su pase a cuartos, ya tampoco.

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