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FÚTBOL 25 JORNADA DE LIGA

El Atlético sigue firme

El líder ganó en Gijón, aunque al final terminó apurado por el Sporting

El pelotón de escépticos que sigue la trayectoria del Atlético esperando ser testigos dé su desplome señala a estas primeras jornadas de febrero como aquellas en las que se estrellarán los hombres de Antic, aplastados bajo una avalancha de partidos que no dan tregua en la competición. Sin embargo, el líder salvó otro obstáculo anoche, aunque pasó apuros al final cuando se le acababan los recursos.Antic sigue tirando de su equipo base y con él parece dispuesto a completar el viaje al precio que sea. Anoche se le quedó en el camino Simeone. El angentino, uno de los pilares del sistema, y segundo máximo goleador del equipo, dejó su sitio a Pirri tras no superar una prueba su muslo dañado en Tenerife. El técnico serbio esperó por él hasta última hora y faltaba menos de una hora para empezar el partido cuando tuvo que claudicar.

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El factor Simeone

El sustituto, ex oviedista y pitado como era de rigor, empezó el partido advirtiendo a todos que no es cierto que el líder sólo tenga un equipo patrón y un puñado de reservas. Pirri entró amenazadoramente tres o cuatro veces por su zona y estaba acompañando la llegada de Pantic al área sportinguista en la jugada del primer gol, brindando -a Caminero una alternativa para su fantasía con la que el Atlético abrió el marcador.

Iban 26 minutos y el choque había sido hasta entonces un duelo sordo de estrategias entre un Atlético admirablemente colocado en cada parcela del campo y un Sporting que trató de recuperar balones lo más lejos posible de Ablanedo y de forzar envíos largos, a espaldas de la adelantada defensa visitante. En ese minuto 26, Caminero vistió de lujo el partido. Desde la divisoria del campo abrió en canal la defensa gijonesa con un envío a ras de hierba que Pantic interpretó a la perfección. El serbio se coló entre los centrales sportinguistas y tocó hacia la red antes de que Ablanedo se aprestara a tapar el agujero. Fue visto y no visto. El resto del primer tiempo apenas tuvo historia comparado con la jugada de Caminero, quien para no subir a los altares malgastó el resto de la primera parte protestando al linier y escondido en labanda derecha. Al Atlético de Antic podrían. ir sumándole jornadas de Liga. sin que aparentemente caiga en un desfallecimiento. El secreto parece fácil de explicar, considerando que el posicionamiento táctico es sobresaliente. Nadie corre un metro de más. El balón se mueve de un lado a otro del campo y los jugadores se limitan a conservar su posición y a ahorrar esfuerzos en vano.

Díaz Novoa buscó algún antídoto tras el descanso, pero la única vía de llegada que encontró. el Sporting hasta Molina fue un gol anulado a Hugo Pérez, por discutible falta previa sobre Vizcaíno. Mediado el segundo tiempo, Caminero se le volvió a aparecer al equipo gijonés, en mitad del laberinto. Repitió en menos de un minuto la misma jugada, llena de arte y hasta de suficiencia. En la primera falta por adornarse y acabó tirándose en el área. En la segunda dejó tirados a todos los demás y marcó el 0-2.

Cuatro. minutos después, el Sporting entró de nuevo en el partido y le dio un brusco giro hasta el final. Santi salvó un gol con la mano bajo los palos, Lediajov transformó el penalti y el, Atlético tuvo que pasar la prueba de jugar más de un cuarto de hora sin una pieza básica de su mecano y aguantando una tormenta que et Sporting desencadenó repentinamente en busca del empate. También echaba de menos a Simeone.

El líder mantuvo su ventaja tambaleándose, sufriendo más de lo debido y añadiendo una pizca de fortuna a su habitual seguridad defensiva.

El Sporting rondó la igualada pero, al otro lado del campo, un lúcido y omnipresente Kiko mantuvo el tipo y nunca retiró su amenaza, de apuntillar con un tercer gol.

Fue una nueva prueba de fuego para la resistencia del líder y el diagnóstico final es concluyente. Pasan y pasan las jornadas y el equipo de Antic sigue dando muestras de solidez. Los escépticos deben esperar. El gigante, que no parece tener pies de barro, sigue sin desplomarse.

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