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Tribuna
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Aquellos libros de texto

Todo está en los libros. El partido de anoche envió nuestra memoria a pasear por aquellos libros de texto de la infancia (¿dónde estarán?) y sus enseñanzas: David contra Goliat, la parábola de los talentos, la defensa numantina, el rico Epulón y el pobre Lázaro, la tortuga y la liebre... Definitivamente, el fútbol nos devuelve a la infancia.Primera lección. Soria vive el duro y borrascoso invierno de la meseta Norte, más duro y borrascoso que el de otras latitudes. El Numancia es un equipo modesto. Sin embargo, el estado de su terreno de juego era perfectamente presentable, y desde luego mucho mejor que el de varios equipos de Primera a los que la imprevisión, la dejadez o algún interés mezquino ha convertido los campos en patatales. El Numancia ofreció al Barca, en medio del crudo invierno soriano, un campo perfectamente practicable. Fue la primera lección.

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Segunda lección. Andando se puede dar la vuelta al mundo, pero no se puede ganar un partido de fútbol. El Barça salió demasiado confiado, sin ganas de correr ni de saltar, y eso le costó terminar el encuentro con un resultado que le hace favorito pero le avergüenza. El partido probó de nuevo que las categorías ya no son tan grandes. Un equipo bueno no es equipo, ni bueno ni malo, si no juega con los cinco sentidos.

Tercera lección. Moreno. La excepción en el Barça. Está tratando de hacerse un hueco en el equipo y tiene aún fresco el recuerdo de los días en que jugaba en campos pequeños e incómodos. Es el último en llegar pero fue el único que siempre tiró del equipo, el que lo mantuvo vivo, el que evitó la derrota.

Cuarta lección. La dignidad. Esfuerzo, orden, juego hasta donde le fue posible, que fue más de lo esperado, resistencia absoluta a la derrota. El Numancia no decepcionó a nadie. Millones de televidentes asistieron a una lección de dignidad.

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