Jungla sin espacio
Suscribo de cabo a rabo todas las manifestaciones contenidas en la carta de don Andrés Molina a ese diario, titulada Peatones sin espacio y publicada el día 17 de este mes.A la lista de perjudicados que él cita yo añadiría las decenas de miles de padres y abuelos que se ven imposibilitados a caminar por las aceras con cochecitos de niños, teniendo que levantarlos la mayor parte de las veces para poder cruzar de una acera a otra.
Desde hace tiempo me he estado preguntando por qué las medidas coercitivas utilizadas por el Ayuntamiento para atajar los desmanes de los automovilistas han tenido siempre tan mala prensa entre la prensa.
He llegado a la conclusión de que la razón puede que esté en que sean precisamente los periodistas los que más abusen de la práctica de "haz mal y no mires a quién", ocupando con sus vehículos un espacio que no les corresponde, sin mirar el daño que hacen a los demás.
Yo recomendaría al señor Molina que trate de indagar si hay alguna organización que agrupe a personas que se encuentren en la misma lastimosa situación que su hermano, y sí la hay -que la habrá-, que los directivos de la misma inviten al alcalde de Madrid a que cualquier día tome una silla de inválido y trate de moverse por esta jungla en que ha convertido nuestra capital. Una ciudad donde se ha entronizado al animal más dañino de la actual civilización: el coche.-
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