ÚLTIMA VOLUNTAD
A Manuel Rodríguez Pérez, un emigrante gallego que residía desde hace 20 años en Alemania, debió parecerle el procedimiento más adecuado para cumplir su última voluntad. En el Ayuntamiento de Ribadavia (Orense), su lugar natal, los funcionarios no salían de su asombro ante el paquete que recibieron a través de una empresa de mensajeros, con la encomienda de hacérselo llegar al enterrador municipal, Manuel López. Tampoco a éste, hasta ahora, le había reclamado nunca atención o servicios ningún muerto, que es lo que pedía Manuel Rodríguez en sobre adjunto: ser enterrado en el cementerio de su pueblo. Otro vecino emigrado, Manuel Torejas, había arreglado en Alemania el último viaje del fallecido: en una urna, convertido en ceniza. Así que, aclaradas las cosas, los destinatarios del paquete pasaron a comentar la rapidez del transporte por vía aérea. En Ribadavia, de eso entienden: la principal industria local, de las primeras de España, es una fábrica de ataúdes.-
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