Aparcamiento privado en la vía pública
La calle del Infante (distrito de Centro) muere los sábados por la noche al tráfico. A ambos lados de la acera se alzan varios garitos de copas. La calle es estrecha y corta y los coches taponan los 100 metros de vía. La escena de la fotografía se repite los fines de semana. A medianoche del pasado sábado, un taxista intentaba entrar en Infante desde Echegaray. Al girar, observó que la calle estaba tomada. "Siempre hacen igual, dejan los coches en mitad de la calle. Y la noche del sábado es de vergüenza. ¿Dónde estará la grúa?", preguntaba el hombre. Sobre el asfalto, cuatro coches. De cuando en cuando, se abría la puerta de los locales. Del bar Lulabay salieron dos muchachos, vaso en mano. Echaron un vistazo a su furgoneta, una Ford Courier. "¿Que por qué aparcamos aquí? Porque no hay otro sitio. No molestamos a nadie. Estamos pendientes y si alguien quiere pasar la quitamos. No hay problema", dicen.Sin embargo, el taxista quejoso no pasó.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.