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El Atlético descose la Liga

Las facilidades del Athletic dan al líder un nuevo empujón en la tabla

Las matemáticas le salen. El Atlético descose la Liga jornada a jornada. No falla. No perdona. Ni cuando tiene de lado el buen fútbol, ni cuando, como ayer, se arma de una tarde simplemente correcta. Enero ha enseñado el perfil más discreto del líder, sus peores pasajes de juego, pero ha reforzado su candidatura al título. La brecha en la tabla es más grande cada noche. El Atlético sale de su peor mes con más puntos que nunca de ventaja. El aliento más próximo ya está a nueve puntos. A su paso, dejó ayer un cadáver. Stepanovic, el entrenador del Athletic, el rival más blando con el que se ha cruzado el grupo de Antic, está sentenciado.La historia del Atlético, muy propensa a los petardazos en las situaciones más favorables, hizo acoger con cierto recelo las sabrosas noticias que contó la jornada antes del pitido inicial: había perdido el Compostela, empatado el Espanyol... Una victoría pondría más tierra de por medio entre el campeón de invierno y sus perseguidores. El Atlético, que parece haber enterrado todos los fantasmas de su pasado, no tembló esta vez. Y menos, claro, ante un rival como el de ayer. El problema fue el clima, los obstáculos del terreno, nunca el Athletic.

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El bilbaino es un equipo gravemente enfermo. Un conjunto sin identidad, que agarró el partido atrincherado atrás y con el pelotazo como única pauta de conducta. Visitó al líder con miedo. Sus jugadores, de corte defensivo en su mayoría, llenaron su área (escondido en ella vivió el Athletic la mayor parte del partido) de patadones a las nubes. No hacía falta que los delanteros locales presionaran. El caso era quitarse al enemigo (en eso convirtieron los vascos el balón) de encima.Unos metros distantes de ese espectáculo, esperaban Julen Guerrero y Etxebarria con los brazos en jarra. Su soledad es frustante. No pueden jugar a lo que saben. No les dejan. Con todo, la pareja, con un imán en los rechaces, acertó a poner en aprietos a la mejor defensa del campeonato. Durante un cuarto de hora, no más.

El Atlético estuvo alejado de sus mejores tardes. Se encontró dentro de un partido fácil, con olor a trámite, pero se complicó la vida. Sobre todo, porque no dio a tiempo un golpe de autoridad sobre la contienda. Al contrario, despreció la vulnerabilidad de su rival y se dejó impresionar durante algunos minutos por el aire agresivo con el que protegió su territorio. Fue un partido, en cualquier caso, de un sentido único. Y la pelota tuvo un dueño, el Atlético. El Athletic sólo acertó a correr detrás de ella.

El equipo de Antic aprovechó la fogosidad con la que se emplearon sus adversarios para hacerle daño a balón parado. Bastaba con tocar la pelota por la frontal y aguantar un poco. Siempre aparecía una pierna contraria para ofrecer la falta, para brindar a Pantic la oportunidad de ajustar su punto de mira. Así fabricó el Atlético el 2- 1, el de la tranquilidad.

La segunda parte trajo más de lo mismo. El Atlético, moviendo el balón de un lado a otro, y arrastrando con él, también de un lado a otro, a un puñado de camisetas blanquiazules (el Athletic lució su indumentaria visitante clásica). Un ejercicio de paciencia, en suma, a la espera que el adversario se entregara. Pese a su agresividad, la del Athletic se mostró como una de las peores defensas de la Liga. Concesión a concesión, regalo a regalo, el Atlético se construyó un resultado luminoso. Y de paso, agrandó la grieta. El perseguidor más cercano ya está a nueve puntos.

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