Los rusos exterminan al comando checheno junto con los rehenes
Moscú decidió exterminar a los guerrilleros chechenos con cohetes de gran capacidad destructiva
Rashid Ibraguímov lloraba anoche por su hija Natasha, de 15 años. Rashid y Natasha eran dos de los rehenes liberados hace unos días por Salmán Radúiev, el jefe del comando guerrillero checheno, para parlamentar con los rusos sitiadores de Pervomáiskoie. A Natasha, los rusos la dejaron volver al pueblo y ayer los soldados descargaron durante seis horas un infierno de artillería sobre Pervomáiskoie. "Es horrible", dijo una mujer de un pueblo vecino al ver la lluvia de cohetes que arrasó el pueblo. "No se va a salvar nadie". Un hombre que logró escapar lo confirmó: "No queda nadie con vida". Los rusos borraron ayer del mapa Pervomáiskoie (Primero de Mayo), tras asegurar que no había supervivientes entre los rehenes.
El general Mijaíl Barsukov, el máximo responsable del Servicio Federal de Seguridad (SFS), se lo jugaba todo en la resolución del sitio de Pervomáiskoie y descargó todas sus fuerzas sobre el puñado de casas que se habían convertido en el refugio de los chechenos. Poco después de las dos de la tarde (dos horas menos en España), los temidos cohetes Grad, conocidos como órganos de Stalin, comenzaron a batir la ciudad, después de que la artillería y los helicópteros prepararan el terreno. Los Grad estuvieron cayendo atronadoramente durante seis horas sin parar, tiempo suficiente para convertir en polvo lo que había sido un pueblo fronterizo. Anoche, la infantería, que se había replegado por la mañana, comenzó a tomar posesión del pueblo.La sangrienta operación ha dejado en evidencia la preparación de los soldados rusos, incapaces de desalojar a los atrincherados rebeldes tras tres días de violentos ataques. "Nos lanzaron a la mierda", decía ayer uno de los oficiales rusos. La aniquilación del comando no resuelve el problema de Chechenia. Los secuestradores de origen caucásico que el martes se hicieron con un transbordador turco, con cerca de 200 personas, se dirigían ayer a Estambul, donde esperan llegar mañana. Al parecer, se han comprometido a rendirse y a liberar a todo el pasaje una vez que expliquen su postura en una conferencia de prensa.
Pasa a la página 2
"En Pervomáiskoie no queda nadie con vida"
Viene de la primera página
El Kremlin, alarmado por la ineficacia de sus mal equipadas tropas en Pervomáiskoie, decidió intensificar la operación para exterminar a los guerrilleros atrincherados en este pueblo daguestano con el masivo y concienzudo empleo del sistema de cohetes múltiples de gran capacidad destructiva Grad.
Ayer, primero empezó a machacar la artillería pesada rusa, después intervino la aviación con sus helicópteros de combate y finalmente, a primeras horas de la tarde, lanzaron los destructivos cohetes contra las 300 casas de la población para dejar el camino libre a la infanteria, que empezó a avanzar hacia el reducto de los guerrilleros una vez detenida la lluvia de fuego. "No queda nadie con vida", anunció un anciano que logró salir de aquel infierno.
Los órganos de Stalin descargaban su furia en un ambiente de desmoralización y descontento entre las tropas de intervención especial (SOBR), procedentes de Moscú, que mal abrigadas, mal alimentadas y sin munición suficiente intentaron el día anterior, conquistar Pervomáiskoie en una lucha casa por casa y fueron rechazadas por una lluvia de balas, según contó uno de los participantes en la operación. "Nos echaron como a conejos", dijo un oficial del SOBR que participó en la refriega, según el cual, él y los suyos tuvieron que retirarse tras haber conquistado un !tercio del pueblo. "Nos disparaban desde cada piedra. Nos lanzaron a la mierda", señaló con visible resquemor hacia sus superiores el oficial, que culpó a sus generales de la chapuza: "Nos han dejado aquí tirados".
Anoche, otras unidades de intervención especial del SOBR, esta vez daguestanas, se disponían a repetir la aventura vivida por sus colegas moscovitas la noche anterior bajo la luz de las bengalas. Fue para asegurar que esta vez tendrían más éxito por lo que durante la tarde los rusos emplearon a fondo el sistema Grad. El retumbar de las explosiones se oyó reiteradamente a muchos kilómetros de distancia de Pervomáiskoie.
Sacrificar a los rehenes
El empleo de estas armas, que constan de 40 cohetes capaces de limpiar una amplia superficie, supone que Moscú decidió ayer definitivamente sacrificar a los rehenes en poder de los guerrilleros chechenos.
A pesar de saber por las autoridades daguestanas que por lo menos un centenar de personas claramente identificadas con sus nombres, apellidos y domicilios estaban todavía prisioneros en Pervomáiskoie, el general Alexandr Mijáilov, jefe de prensa del Servicio Federal de Seguridad (SFS), dijo ayer que según sus datos ya no quedaban rehenes vivos en el pueblo.
Mijáilov hizo estas declaraciones después de entrevistarse con Mijaíl Barsukov, el máximo jefe del SFS, ya que la incapacidad para resolver eficazmente el caso con el menor número de víctimas puede tener un alto precio para el presidente Borís Yeltsin, tanto más cuándo éste había hecho declaraciones que resultan como mínimo ridículas a la vista de los acontecimientos.
La falta de preparación de las tropas resulta sorprendente por cuanto revela su incapacidad para desmarcarse del caos general que afecta a las instituciones del país. Los soldados enviados a limpiar Pervomáiskoie estaban ateridos y debían calentarse por turno en un solo autobús. Fueron lanzados a la operación sin baterías para las radios, con lo cual ni siquiera podían avisar a. sus compañeros para que no dispararan sobre ellos.
El general Mijáilov, a su vez, se dedicó a llamar repetidamente de gorra desde los teléfonos satélites de las compañías de televisión occidentales que lograron permanecer hasta ayer en la localidad de Sovétskoie, a dos kilómetros de Pervomáiskoie. Aparentemente Mijáilov carecía de un sistema de comunicación permanente con Moscú.
Ocho corresponsales que durante estos días permanecieron en Pervomáiskoie abandonaron el pueblo antes del bombardeo. Entre ellos se encontraba el corresponsal de Izvestia, Valeri Yankov, que consiguió salvar del registro de los servicios de seguridad rusos una filmación de vídeo con imágenes de los tres días de combate visto desde la perspectiva de los chechenos. Yankov confirmó las informaciones de los rehenes liberados (hasta ayer 41), según las cuales los guerrilleros chechenos no habían fusilado a ninguno de sus rehenes. El corresponsal de Izvestia explicó que los independentistas no habían sufrido hasta ese momento grandes pérdidas porque se encontraban en trincheras tan profundas que les permitían permanecer de pie.
Un infierno
A pesar de que Pervomáiskoie lleva tres días convertido en un infierno, aún había ayer gente que confiaba en regresar al pueblo. Entre ellos estaban dos rehenes liberados el martes, Rashid Ibraguímov y Jasán Mamédov. El primero quería volver porque había dejado allí a su hija Natasha, de 15 años, el segundo porque prometió que regresaría. Ambos formaban parte del grupo de personas que Salmán Radúiev, el jefe de! los lobos solitarios, había enviado a parlamentar el martes con los rusos para que éstos permitieran la apertura de un corredor. y la huida de los guerrilleros con la liberación simultánea de los rehenes.
Rashid y Jasán prometieron volver, pero los militares se lo impidieron. Ni siquiera les escucharon y les tuvieron horas encerrados para meterlos después en autobús en dirección a Kizliar. Rashid sufría ayer mucho: Natasha, su hija, había salido antes también como parlamentaria y había regresado a Pervomáiskoie. Ahora no sabía si la volvería a verla viva algún día.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.