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Fuegos electorales

LOS ACTOS políticos -conferencia del PSOE, proclamación del candidato del PP a la Junta de Andalucía y Consejo Político Federal de IU- con que los principales partidos han dado este fin de semana el pistoletazo de salida hacia la meta electoral del 3 de marzo, han sido parcos en nuevas ideas y estrategias. Era difícil que fuera de otro modo si se tiene en cuenta que una de las señas de identidad de la singular legislatura que acaba de concluir es que ha tenido más de campaña electoral permanente que de otra cosa. Para el PP e IU, las elecciones del 3 de marzo deberían haberse celebrado casi al día siguiente de las de junio de 1993. De ahí que su actividad política en ese periodo haya estado centrada primordialmente en forzar a Felipe González a un adelanto de la cita electoral.En cambio, ha sido, toda una novedad en estas vísperas lectorales, por lo explícita y contundente, la negativa por parte del PSOE a asumir cualquier cuota de responsabilidad política por el caso GAL. La renuencia de los socialistas a darse políticamente por aludidos en este asunto de terrorismo de Estado se ha traducido finalmente en rechazar de plano es a responsabilidad. González pareció condicionarla al supuesto de que alguien sentado en el Consejo de Ministros viera implicado. Ese supuesto ya se ha dado con la libertad provisional bajo fianza de José Barrionuevo por la primera acción reivindicada por los GAL, en diciembre de 1983.

Los socialistas han alegado que los GAL desaparecieron en 1986 bajo su mandato; así es, sin duda. Pero ¿acaso no nacieron, o se reactivaron, en 1983 bajo su mandato en el seno del aparato estatal? Alguna responsabilidad política tendrán por ello, aunque sea por omisión, por más que se nieguen a aceptarla.

La aceleración de la carrera electoral, a mes y medio todavía de las elecciones, no ha hecho, de momento, sino enfatizar un poco más el tipo de debate político en el que los partidos están enzarzados desde hace mucho tiempo. Todo lo más, a partir del fin de semana último, los electores tienen una idea más exacta del tono y de las líneas maestras por donde discurrirá la pupa electoral.

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Ya puede vaticinarse que será especialmente dura y que se desarrollará muy a ras de los sucesivos negativos fotográficos revelados a golpe de encuesta de opinión.

Por parte del PSOE, la esperanza de ganar otra vez se cifra en erigirse en defensor del Estado de bienestar y en convencer a una parte de los electores, de que la derecha lo desmantelará si se le da ocasión y tiempo para ello. El viejo eslogan "¡que viene la derecha!", especialmente rentable para el PSOE en las elecciones de 1993, parece que tendrá en las del 3 de marzo más connotaciones sociales que políticas.

En cuanto al PP y a su líder, José María Aznar, todo está supeditado, a la intuición, un tanto angustiosa, de que ahora o nunca es el momento de llegar a La Moncloa. Pero, para afianzar los resultados favorables de las últimas encuestas, Aznar deberá hacer algo más que tildar de "discurso del miedo" el de González o calificar de "conferencia de la nada" la de los socialistas, como hizo en el acto de proclamación de Arenas como candidato andaluz del PP. Su condición de claro favorito le obliga a convencer por su propio discurso y a extremar la claridad en sus compromisos. Ocasión tendrá de hacerlo en el congreso del PP del próximo fin de semana.

El Consejo Político Federal de IU ha servido para que esta coalición se reafirme, con la oposición de la corriente Nueva Izquierda, en su vieja idea de ser y representar electoralmente la única alternativa de izquierdas. Una idea que se ha consolidado todavía más con la teoría de las dos orillas elaborada por Anguita. La orilla izquierda estaría ocupada exclusivamente por IU, mientras que la derecha lo estaría a partes iguales por un PP y un PSOE alineados en la misma praxis política e incluso asentados en el mismo sustrato ideológico. De momento, esa teoría, fundada o no, tiene unos efectos prácticos indudables: allanar el camino de la derecha al poder y servir en bandeja al PSOE la estrategia del voto útil a costa de IU.

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