Dulce memoria del agua
Las últimas lluvias han. conseguido que el río de mi pueblo, el Záncara, vuelva a ser el de hace treinta años. En él aprendimos a nadar, jugamos entre la vegetación de sus orillas, a él llegábamos escapando del castigo materno y de él proviene ahora el murmullo que alimenta la nostalgia de la niñez.En la mañana de Año Nuevo, algunos amigos sonreímos emocionados ante la turbia estela que serpentea y se pierde, y en nuestras miradas descubrimos la complicidad de quienes parecen abrazarse en el recuerdo y recobrar, por un instante, la dulce memoria del agua.-
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