Terapia de choque
El diván. La víspera Valdano sentó al equipo en el diván. Su diagnosis fue buena y durante 14 minutos pareció funcionar. Un Madrid brioso y bien colocado robó el papel de equipo local al Depor y dio una imagen estupenda. Pero el primer gol acabó con eso. Otra vez el Madrid se vino abajo a la primera. El diván no funcionó. Una carta menos. Ahora toca la terapia de choque.Todo junto. El despiste de Amavisca y Luis Enrique (éste se tomó a chacota en la víspera, ante las cámaras de Tele 5, las reflexiones de Valdano), el inevitable fallo crucial de Alkorta, la falta de concentración de la defensa, un cúmulo de bajas, la sobrevaloración de Sandro, el individualismo de los mejor dispuestos... Falló todo lo que podía fallar, y en especial lo que confirma que el grupo no existe. Y sobrevivió lo único que puede sobrevivir en estos casos: la voluntad de los principiantes y el portero, que actúa por libre.
Hombres contra niños. Eso pareció el Deportivo ante el Madrid. Más oficio, más malicia, más velocidad, más remate. La conciencia de que los goles no se merecen: se hacen. De que el balón se tiene para hacer daños, no por tenerlo.
Bebeto. Arte con pegada. Impecable en los tres goles, pero especialmente en el segundo, con el recorte limpio y justo para hacer pasar a Quique y rematar antes del cruce de Sanchis.
Álvaro y Raúl. No es bueno confundir sueños con realidades. Buenos jugadores para entrar en un equipo, preferiblemente si funciona, pero no tienen musculatura para arrastrar ellos dos solos una balsa de náufragos.
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