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FÚTBOL DECIMOSÉPTIMA JORNADA DE LIGA

El Sporting auxilia al Barça

Los azulgrana vivieron de un gol de Pópescu y la, luminosidad de lván de la Peña

Ramon Besa

Llegó en buena hora el Sporting al Camp Nou. Necesitaba el Barça un huésped que no diera la tabarra, y hoy no hay equipo tan buen samaritano como el de Rezza: nueve salidas, un gol y un punto. Sólo el marcador no renococió la manifesta superioridad del colectivo asturiano. El Barcelona siempre jugó de culo un partido que tuvo de cara: un gol en la arrancada y el aliento del público en el cogote desde que cantaron los equipos.La simple lectura de los contendientes aplacó la ira de una hinchada muy revoloteada por el esperpento del Calderón. Más que un equipo de Cruyff parecía una alineación de Núñez. Cruyff se curó en salud y puso en la cancha a un grupo que no sólo no evocaba malos recuerdos sino que transmitía buenas sensaciones. No es que se pintaran mejor las líneas que otras veces: había los tres defensas (Ferrer, Abelardo, Sergi), un 4 (ora Popescu ora Guardiola), un 6 (Iván de la Peña), dos extremos (Figo y Hagi) y un nueve (Bakero). Ni tampoco que el grupo hubiera encontrado de golpe el equilibrio entre los jugadores de toque y los que desequilibran (volvían Guardiola y Sergi). La difencia era Iván de la Peña. Regresaba lo pelat y, al igual que en su debú, Cruyff guardaba cama resfriado.

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El calvo era un futbolista imprescindible para el encuentro de ayer. Hay veces que un entrenador tiene que hacer concesiones, y anoche era una de ellas. El Barça es hoy un equipo plano, timorato por los últimos resultados, e Iván de la Peña rompe la monotonía. La presencia del pelado ayudó a calentar el partido. La estadística le compromete, pues perdió hasta cuatro balones seguidos, pero las imágenes le reivindican, por su amplio sentido del juego. Es un futbolista tan luminoso que convierte en anecdótico lo que le rodea.

Vivió el Barça más de una hora tanto del poder de seducción e intimidación de Iván de la Peña y de tres o cuatro arabescos que condimentaron un primer plato ya muy ligero. El equipo estuvo igual de parado, igual de descosido, igual de impreciso, igual de nervioso, igual de manso, que de costumbre. Los retoques del banquillo introducidos a medida que trasncurría el choque tampoco cambiaron el rosto de cera del grupo. Iba y venía por donde quería el Sporting, y a Rexach no se le ocurrió otra salida que sustituir a Iván. La grada gimió cabreada: pitos para Charly y plamas para el calvo.

Retirado el sedante, el hincha reparó que tenía un equipo desnudo. Ya no hubo indulto para nadie cuando se retiró Iván. El juicio severo del público acobardó al equipo. Estando Salinas en el bando contrario, hay que Regar siempre al último minuto con dos goles de ventaja, y los azulgranas mandaban con uno marcado a la salida de un córner. Y administrar un gol de ventaja es hoy una heroicidad en el estadio.

La indefinición perdió al grupo de Cruyff de principio a fin. Nadie sabe todavía quien es el medio centro. Igual juega Popescu que Guardiola. Y no es eso. Resulta difícil saber si el área es un punto de llegada o una sala de estar. Igual juega un ariete que dos. Y no es eso. Ya no se sabe cual es la misión del pivote. Igual sale Balcero que Iván de la Peña. Y no es eso. El equipo anduvo perdido, inseguro e incapaz de generar una sóla ocasión de gol.

Es un Barça irreconocible para quienes han visto tanto fútbol en el último lustro. El Sporting mandó siempre. Tuvo el cuero y el control cuando quiso. Lediahkhov, un futbolista entre líneas, desguazó la carrocería defensiva azulgrana durante el primer tiempo. Puso hasta tres balones consecutivos de gol que sus socios desperdiciaron. El trabajo fue más solidario en la segunda parte y, sin embargo, resultó igual de infructuoso. Tiró una y otra vez el equipo asturiano sin suerte. Le faltó puntería, le faltó suerte (Bango remató al palo) y también habilidad para montar el último pase (Angoy estuvo atento y firme).

No supo aprovecharse de un rival que tiritaba y que se abrazó al marcador como si fuera una manta. El resultado fue el mejor sedante para un grupo dolorido ante tanta dispersión como rodea al entorno. El equipo se ha quedado sin pilas cuando en el banquillo y el palco la tensión es electrizante. El hincha sufrecomo nunca. Menos mal que a Salinas no le dio por meter la pata en el descuento y dejar el Camp Nou a oscuras. Hoy sólo brilla la calva de lo pelat Mal asunto.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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