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El ex presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari afirma que es víctima de una conjura

Llegó la hora de Carlos Salinas. El ex presidente mexicano, que, tras abandonar el cargo, hace ahora un año, pasó del cenit de la popularidad a convertirse en el chivo ex piatorio de todos los males del país, ha puesto nombres y apellidos a los responsables de una campaña que, dice, apunta a la línea de flotación de la reforma política y económica que él puso en marcha y que afectó a los intereses de "grupos enquistados" en el poder. Políticos de la vieja guardia, como el ex presidente Luis Echeverría, y narcotraficantes están detrás de la ofensiva.

Con su testimonio, el otrora todopoderoso Carlos Salinas amenaza con desatar un huracán político de consecuencias imprevisibles. En el plazo de un año, el ex presidente había pasado de ser el político de la modernidad al demonio de México: culpable de la crisis económica de diciembre de 1994, culpable del asesinato de su sucesor -el candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio, muerto en marzo de ese año-, culpable de la fortuna amasada por su hermano Raúl... La pregunta que pesaba en el ambiente era hasta cuándo el ex presidente, que había salido del país para no alterar más las cosas, iba a permanecer en silencio. La respuesta vino en la noche del domingo. Y con ella Salinas da definitivamente la patada en el hormiguero.En un extenso comunicado, Carlos Salinas de Gortari analiza cada uno de los puntos en los que más duramente se le ha golpeado. El fondo de todo el linchamiento, afirma, es politico. Está dispuesto a atender a la crítica fundada, pero su conversión "en el villano favorito" va mucho más allá: "Nada de lo que ha sucedido este año en México es ajeno a la lucha tremenda por el poder. Lo que se ha estado dirimiendo es qué proyecto de nación prevalecerá".

Romper el control

El ex presidente mexicano, recuerda que tuvo que "romper el control de ciertos grupos políticos enquistados en el Estado" para poder llevar a cabo la apertura política y económica. "Su reacción fue tremenda. Esta oposición subterránea pero muy poderosa se combinó con la reacción violenta de los grupos de narcotraficantes que fueron atacados con firmeza durante mi Gobierno", proclama Salinas.Son los mismos grupos, indica el que era considerado como artífice de la reforma mexicana, que proponían una respuesta aniquiladora al conflicto de Chiapas, que criticaron sin medida la campaña de Luis Donaldo Colosio ("el candidato más comprometido con el proyecto de modernización del país y más cercano a mi afecto"), que trataron de sacar partido de su muerte y que ahora quieren ganar posiciones. Y aquí el ex mandatario empieza a dar nombres propios. Salinas revela que Luis Echeverría presidente de México entre 1970 y 1976 (que cultivó una imagen progresista en el exterior mientras en México desató una de las etapas más negras de represión política) trató activamente de imponer un candidato de su grupo tras el crimen. Las presiones de la vieja guardia contra las reformas se "incrementaron dramáticamente".

"En ese momento", dice Salinas, "no me parecía que estos individuos tuvieran relación con los acontecimientos dolorosos que habían estado sucediendo en el país desde enero de 1994". Ahora opina lo contrario, y máxime después de que Echeverría volviera a criticar recientemente el proyecto salinista y su posible prolongación. "parecería que para él y otros la candidatura de Colosio era precisamente la posibilidad de que se mantuviera el modelo de liberalismo social".

Los ataques de este grupo, de quien Salinas da más nombres, no son actos de "sinceridad o Patriotismo" sino simples maniobras políticas. "Se mata para ganar, y a los emisarios del pasado se les está dejando el país en sus manos", dice Salinas en una contundente frase que parece destinada a su sucesor, Ernesto Zedillo, sobre el que cada vez pesan más críticas de debilidad.

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