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El Calderón corona a Kiko

El gaditano conduce al Atlético a una remontada meritoria ante el Mérida

El Calderón decidió la sucesión. Ayer destronó a Caminero de la poltrona de sus preferidos y coronó a Kiko. El gaditano, en una temporada mágica, volvió a completar una actuación fantástica. Su compañero, en cambio, da la sensación de estar perdido. Cosido a las botas de Kiko, el Atlético levantó un partido difícil y zanjó aparentemente la eliminatoria. El Mérida, que amenazó con repetir su sorpresa de la Liga, sólo se dejó abrir con fórceps.Al Atlético le hizo daño de salida una alineación poco ortodoxa, con Roberto de lateral derecho, Caminero de medio centro y con Pirri, un zurdo cerrado, pegado a la banda derecha por el centro del campo. Esta vez, la obsesión de Radomir Antic por la funcionalidad de sus jugadores estuvo a punto de costarle un disgusto. A los 35 minutos, ya con el 0-1 en contra, corrigió el desastre posicional y lo desvió hacia la normalidad.

Antes, el Mérida volvió a llenarle el cuerpo de llagas. Antic se había quejado hace algunas semanas, en el cruce liguero entre ambos equipos, de la actitud "antideportiva" del grupo emeritense. Y Kresic, estimulado por las protestas, repitió otra vez uno a uno todos los perdigonazos que escocieron entonces al serbio: la sucesión permanente de faltas, las pérdidas de tiempo, el juego periódicamente interrumpido.

Se encontró el Mérida de nuevo con el marcador de cara a las primeras de cambio. En esta ocasión más que gracias a un gol, a una obra maestra. El brasileño Sinval agarró el balón en el círculo central, levantó las cejas, divisó a Molina algo adelantado y soltó un globo maravilloso, con las mismas dosis de belleza y veneno.

Tras el 1-0, el Mérida se tiró atrás. Y el Atlético se puso manos a la obra a abrirle en canal Reunió ya en la primera parte el grupo rojiblanco suficientes llegadas claras como para reventar la muralla. Sobre todo, en los zapatos de Biaggini y en cuatro o cinco golpes francos próximos a Iru. La falta de puntería fue desarmando al Atlético, que llegó muy espeso al descanso.

Pero los síntomas trágicos se desmoronaron nada más asomar la segunda parte. Kiko acertó a desabrochar al Mérida una vez y toda la maquinaria defensiva extremeña se desactivó. Enfurecido por la cuota de enemistad que el Mérida se había labrado por el Manzanares y armado con una determinación desconocida, el Atlético levantó el partido. Aplastó finalmente al rival y dejó resuelta la eliminatoria. Y el público aprovechó la ocasión para elevar a Kiko a los altares.

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