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Entrevista:

"El casticismo, bien entendido, no está pasado de moda"

José Bergamín murió en 1983, sin haber visto actuar a su nieta Beatriz. Este año, el poeta y escritor hubiera cumplido un siglo. Cunden los homenajes, en la Casa de América, la Residencia de Estudiantes y la Biblioteca Nacional, pero hay otro recuerdo, constante y casi privado, que Beatriz dedica a la memoria de su abuelo cada vez que revalida su profesión de actriz. Nacida en Italia hace 27 años, decidió dejarlo todo por la interpretación, después de leer un texto dramático de su abuelo, titulado La niña guerrillera. La obra sería censurada después, en plena España democrática, por supuestos ataques a la Guardia Civil. Beatriz Bergamín, además bisnieta de Carlos Arniches, es una de las cuatro mujeres que dirige Jesús Cracio en la obra Los domingos matan más hombres que las bombas, recientemente representada en Madrid, que ahora comienza una gira por España.Pregunta. Siendo actriz, ¿puede una mujer ser más guerrera?

Respuesta. El teatro es una plataforma que ya implica lucha, porque no es fácil mantenerse. Desde que leí esa obra de mi abuelo, José Bergamín, La niña guerrillera, cada día tengo un gesto que yo llamo guerrillero. Lo haré toda mi vida.

P. Bisnieta de Arniches, ¿Madrid se lleva en los genes?

R. Sí. He intentado varias veces irme a vivir a Italia, donde nací; y no he podido pasar más de tres me ses fuera de Madrid. Me gusta mucho esta ciudad llena de contrastes ambigüedades y durezas. Aquí se vive con una libertad que no he visto en ningún otro lugar del mundo.

P. ¿Cuál es su concepto del casticismo?

R. Despierta mi admiración, porque me fascinan los barrios antiguos de Madrid. Lo castizo, bien entendido no está pasado de moda. Deberíamos valorarlo y defenderlo mucho más.

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P. ¿Cómo son sus tardes de domingo?

R. Utilizo el domingo para no hacer nada. Es un día invadido por el tedio, sales a la calle y se escuchan las retransmisiones de los partidos de fútbol, algo que me deprime muchísimo, y que queremos evitar con esta función.

P. La cartelera teatral madrileña está plagada de actrices, ¿casualidad?

R. Se diría que las mujeres del teatro nos hemos rebelado para demostrar que tenemos mucho que hacer. Ha sido una especie de avalancha y me parece muy bonito, porque se nos nota unidas, sin rivalidad.

P. Su abuelo, José Bergamín, vivió en la plaza de Oriente.

R. Tenía una casa muy pequeña con una terraza enorme. Desde allí veíamos unas puestas de sol preciosas, y me contaba cuentos de loros, piratas, hadas y duendes. Sólo el 20 de noviembre nos pedía que le sacáramos de allí.

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