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El largo calvario de Chaves

El Gobierno andaluz, lastrado de principio por la falta de la mayoría absoluta

No había finalizado el recuento de papeletas electorales, y Manuel Chaves ya empezaba un calvario sobre el que se ha clavado la cruz año y medio después. El coordinador de IU, Luis Carlos Rejón, lo dejó claro: "Desde ahora gobernará el Parlamento". La época dorada de la mayoría era historia.Antes de acceder a la presidencia de la Junta, el secretario regional del PSOE andaluz tuvo que pasar por dos votaciones en las que la mayoría del Parlamento -IU y PP- dijeron no a la investidura. En la tercera, IU se abstuvo. Diez días más tarde los grupos de la oposición obligaron al ya jefe del Ejecutivo a denunciar en Madrid el acuerdo de la cesión del 15% del IRPF a las autonomías, tarea que le produjo especial tormento, acostumbrado a ni siquiera matizar las directrices de González.

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Chaves es de esos socialistas cuyo primer mandamiento es apoyarás al Gobierno aunque éste se equivoque, dogma que tardó 14 meses en desobedecer a medias cuando el ministro de Industria, Juan Manuel Eguiagaray, anunció el cierre de las factorías de Astilleros de Sevilla y Cádiz. El PSOE andaluz se levantó para frenar la reconversión del último pilar del tejido industrial de la comunidad. Y lo consiguió, de momento.

Pero el coma electoral de la pérdida de la mayoría absoluta paralizaba al Ejecutivo regional, y la oposición aprovechó su perplejidad para encender motores en el Parlamento y ganar buen puñado de escaramuzas.

Además, el 21 de septiembre de 1994 comenzó para Chaves una tortura quincenal: ese día, por primera vez, tras cuatro años de mayoría absoluta, el presidente contestó a las preguntas de control al Gobierno en la Cámara. En estas sesiones, el líder popular, Javier Arenas, y el izquierdista Rejón, descargan todas sus municiones. Sus mismos colaboradores reconocen que entre las cualidades de Chaves no figuran la gimnasia verbal y el regate en corto.

La coincidencia de planteamientos en el terreno institucional de IU y PP (la denunciada pinza) estaba produciendo ya a esas alturas -último trimestre de 1994- graves trastornos a la política del Gobierno. La gestión diaria se resentía y forzó a la permanente búsqueda de complicadas combinaciones de decretos y ampliaciones presupuestarias. La afirmación del PSOE (16 de enero de 1995) de que se puede gobernar "perfectamente" sin la confianza del Parlamento se revelaba falsa.

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En los meses sucesivos vinieron los intentos de abocar al presidente a presentar una cuestión de confianza, la reforma de leyes que mandatan al Parlamento en lugar del Gobierno (nombramiento del director de la RTVA) y la pérdida sistemática de votaciones en la Cámara.

Chaves, que había logrado el reconocimiento en el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado de la deuda histórica, ve como el castillo del hipotético acuerdo con IU en el presupuesto de 1996 se derrumba. Al menos, los guerristas y renovadores andaluces han respetado la paz. Pero empieza a resquebrajarse.

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