El modelo de organización provoca una grave crisis en las Juventudes Socialistas
Un sector de las Juventudes Socialistas de España (JSE) ha iniciado una recogida de firmas para obligar al actual secretario general, Juan Bouza, a adelantar a diciembre el congreso anunciado para abril de 1996. El congreso viene forzado por la dimisión de más de la mitad de la ejecutiva, el pasado 22 de octubre. Dos son las claves de la crisis: el modelo de organización y el empuje de los jóvenes para acabar con lo que es una auténtica gerontocracia juvenil en las JSE.
El Comité Federal del 22 de octubre pasado fue el catalizador de una larga serie de discrepancias recogidas dentro de las propias Juventudes Socialistas. Aquél no fue un buen día. Dimitieron 11 de los 23 miembros de la ejecutiva. Otros dos ya habían dejado la dirección por sobrepasar la edad límite de afiliación en las JSE: 31 años. Estatutariamente, cuando en la ejecutiva se produce un número de vacantes igual o superior a la mitad más uno de los miembros, ha de convocarse un comité federal que convoque a su vez un congreso extraordinario.Las discrepancias entre los dimisionarios y los fieles al actual secretario general empiezan en la forma y terminan en el fondo. La forma es que para unos la convocatoria del comité federal es automática y el congreso extraordinario ha de celebrarse en el plazo máximo de un mes. En este esquema, el congreso debe llevarse a cabo antes de que finalice el año. Para Bouza, entre el comité y el congreso hay un plazo de cuatro meses. Y nada dice que el comité haya de convocarse en plazo alguno. Según sus planes, el comité se celebrará en diciembre y el congreso en abril, una vez resueltas las elecciones generales. Son distintas interpretaciones de estatutos y reglamentos.
Pero la crisis es de fondo. Y, por encima de fechas y calendarios, lo que enfrenta a unos y otros es el modelo de organización. Los dimisionarios del 22 de octubre plantearon en una carta sus razones a Juan Bouza. Se trataba, en definitiva, de intentar un "giro en las JSE". Los críticos, que no quieren identificarse por temor a ser expulsados, afirman que la organización tiene que pronunciarse autónomamente sobre la situación del país. "No puede ser", dicen, "un apéndice ni del PSOE ni del Gobierno". "Nosotros queremos apoyar a ambos. Estamos dispuestos a defenderlos, pero sin que por eso tengamos que ahogar las críticas a determinadas actuaciones".
Bouza, que cuenta con los apoyos, de Ferraz, prefiere que la crisis de las JSE no venga a sumarse a los problemas que los socialistas están viviendo en estos mementos. "Nadie ha hablado nunca de ese giro. Los únicos que queremos que la organización cambie somos nosotros". Bouza apuesta por una organización despolitizada, centrada fundamentalmente en problemas como la ecología, el empleo juvenil, el ocio... "Los problemas que están viviendo los jóvenes de hoy. No podemos ser un PSOE joven. Hemos de ser una organización, abierta a la calle, a los problemas de los jóvenes".
Lo que en definitiva ha estallado en las JSE es una larvada crisis por el papel que debe desarrollar la organización, tanto respecto al partido como al Gobierno. "Hemos perdido pulso. Queremos una organización más combativa", dicen los críticos. "Es necesario dar un giro en la organización. Porque aunque nuestra actitud debe ser solidaria con el Gobierno y el partido, ha de ser también critica. Estamos hartos de que nos señalen por la calle, nos acusen y no respondamos, ni podamos responder".
Ambos sectores hablan de cambio. Y probablemente arribos lo quieren. Pero mientras los críticos están pensando en una organización con peso específico e influencia dentro de la familia socialista, en un esquema muy similar al del propio partido, Bouza insiste en el carácter de "organización juvenil". El actual secretario general, que ha de abandonar próximamente el cargo por cumplir la edad máxima -31 años-, defiende, sin embargo, que hay que dejar paso a los jóvenes. "Los secretarios generales han de ser gente de 20 o 21 años, que es la media de los afiliados. Esta ha sido nuestra lucha durante este mandato".
Una lucha de muy escasa efectividad. Los secretarios generales han estado tradicionalmente en el filo de la edad límite para pertenecer a esta organización, lo que supone, en definitiva, una gerontocracia juvenil. Y en las ejecutivas la media de edad -como en la señora cuarentona- está más cerca de los 30 que de los 20. Ahora los sectores más jóvenes presionan para arrebatar áreas de poder que hasta el momento han estado en manos de los que ya son viejos.
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