Técnicos en peligro
Fue el día de San Isidro del 94. Se enfrentaban en el Miniestadi el Barça B y el Toledo. Ganó el Toledo. Desde entonces, el filial blaugrana no tenía la menor idea de lo que era caer en su terreno. Una impresionante generación de futbolistas lo impedía cada. quince, días. Hasta que llegó el Alavés y mandó tan salvaje récord a mejor vida. 25 partidos después, el Barça mordió el polvo ante 7.000 incondicionales poco acostumbrados a tales menesteres.Quizá en la inesperada derrota influyó el que varios de los jugadores de Quique Costas acababan de conocer su destino para el servicio militar. ¿Y con qué cara pudo saltar al césped Pablo Sanz, por ejemplo, sabiendo que el azar le ha mandado a Ceuta? Claro que para mal humor el de Andoni Ayarza, que a punto estuvo de liarse a mamporros con un aficionado, camino de los vestuarios, tras ser sustituido.
Ocurre que en el feudo de Gil y Gil los ánimos andan revueltos. El Marbella lleva una eternidad cómodamente asentado en posiciones de descenso. Y lo extraño es que, conociendo a Gil, Ramón Blanco siga en su puesto. Pero cuesta creer que pase de esta semana. Como cuesta creer que lo haga Antonio López, inquilino del banquillo del Lleida. Su equipo, uno de los supuestos favoritos, comienza a flirtear con los menos agraciados del grupo. Está a un punto del descenso.
Quien salva su cabeza es Manolo Sarabia, técnico del Athletic B. Su equipo también bate récords. No ha ganado ni uno de los doce partidos disputados. Es el colista, por supuesto. Pero, en casos como éste, la lógica suele imponerse. El Athletic mira al futuro. Como a todo filial que se precie, no le esclavizan los resultados. Eso debería bastar para evitar que se apunte a esa moda que amenaza con devastar la categoría: la de los ceses. Pepe Cayuela, del Almería, ha sido el último, o quizá ya sea el penúltimo, en caer. En la Segunda está claro quién es el colista y quién el líder. El espectáculo, con mayúsculas, es propiedad del Hércules. En la mañana de ayer 14.000 personas acudieron al Rico Pérez. Dejaron la friolera de siete millones de recaudación, y se lo pasaron bomba. Su equipo responde y enamora. El Logroñés fue la última víctima,(5-1) de un conjunto que ejerce de apisonadora, que es lo que se esperaba que hiciera el Mallorca. Nada más lejos de la realidad. Los sueños de grandeza de su presidente, el doctor Beltrán, viajan hace tiempo ya en coche fúnebre.
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