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FÚTBOL UNDÉCIMA JORNADA DE LIGA

Poca ambición..., pero muchos goles

El Sevilla remontó por dos veces las ventajas del Valladolid

Valladolid y Sevilla mostraron ayer el porqué de su situación en la tabla y de la imagen que han ofrecido hasta ahora en el campeonato. Ninguno de los dos equipos se ha hecho con un estilo propio, con una línea sólida que guíe su argumento futbolístico. Ambos equipos saltaron ayer al césped con la obligación de no perder. Y ese ingrediente fue el protagonista de un sorprendente partido. Para no buscar la victoria, mucho fue el resgistro final: media docena de goles. Dos veces tuvo que remontar el Sevilla marcadores adversos, y siempre lo hizo con la colaboración del conjunto local.Con sólo 20 minutos de partido, el cuadro hispalense se vio con dos goles en contra y sin capacidad para mostrar algo que variase el rumbo. El golpe de timón lo dieron Marcos y Moya, que una vez conseguido el primer gol sevillano se dedicaron a abusar de la circunstancial defensa blanquivioleta. Fernando, el hombre más destacado del Valladolid, tuvo que realizar las funciones de lateral, izquierdo, y su labor fue aceptable hasta que perdió la concentración junto con el resto del equipo. Por su banda se abría la esperanza de los sevillanos encarnada en Rafa Paz desde atrás, Marcos adelante y Moya haciendo las funciones de Súker.

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El Valladolid no supo consolidar su ventaja, ni encontrar un ritmo que le llevase a la victoria definitiva. Con el 2-0 entregó el balón a su rival y vio cómo su trabajo caía en saco roto al borde del descanso con el empate que suponía el gol de Juanito.

La segunda parte fue un calco de la primera. El Valladolid mantuvo la iniciativa hasta que nuevamente se adelantó en el marcador. Desde ahí y hasta el final no fue capaz de hilvanar una sola jugada de peligro. El partido había carecido en todo momento de ligazón y hasta el final fue un sinsentido del que el Sevilla pudo haber sacado incluso mayor provecho que el empate, pero a los hispalenses les bastó con no perder. Ésa fue su misión y Marcos y Moya fueron un arma más que suficiente para llevarla a buen término.

Juan Carlos Álvarez, entrenador del Sevilla, tiene que reconstruir todavía muchas cosas en un equipo maltrecho por una pretemporada dislocada y que se refleja en su organización en el campo y en la actitud de todos sus hombres. No hay orden y falta convicción en sus posibilidades. El Sevilla carece de la solidez que tuvieron en temporadas anteriores.

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