Un mosquito en la gran capital
Queda un mes para que el Moscardó cumpla 50 años y en el barrio madrileño de Usera (en la zona sur de la capital, con 111.000 habitantes) sueñan con celebrarlo con. dos torres de luz para el viejo estadio Román Valero. Lástima que el regalo sirva para alumbrar kilómetros de cemento. Los 1.500 aficionados que congrega por término medio el Moscardó son una isla en medio de un aforo de 13.000 espectadores. El público no acude ni gratis. "El público se nos ha quedado mayor, sólo los jubilados responden con asiduidad", se lamenta José Luis García Guerra, el presidente. Éste atribuye el declive del club a varios factores: "La crisis del barrio; los partidos en la tele; el nulo apoyó económico de la junta municipal; y la enorme oferta deportiva de Madrid". "Si eres de pueblo te ayudan los ayuntamientos, pero si eres de barrio no ves un duro", agrega el presidente.El Moscardó maneja un presupuesto de 40 millones para sustentar cuatro equipos. Con ese dinero paga un sueldo mensual de 50.000 pesetas a cada jugador y se las ingenia para viajar cada semana. En Segunda B está obligado a darse cuatro vueltas por Canarias y siete por Galicia. Sus principales ingresos son una firma de transportes, el dinero que paga el Rayo por entrenarse en el Román Valero y ¡los traspasos! En los últimos años el Moscardó ha exportado cuatro jugadores de primera: Jaro (Betis), Olías (Betis), Rodri (Rayo) y Alberto (Racing).
Hace un año el equipo tenía jugadores con proyección y vivía en los puestos altos de la clasificación. El cartel era excelente, pero la recaudación total no superó los nueve millones. "Aquí no quiere pagar nadie", sentencia García Guerrero.
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