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Reportaje:

Entre dos mundos

Encontrar el casco antiguo de Humanes en el laberinto de polígonos industriales, nudos de carreteras, rotondas y bifurcaciones de la zona, seguir el imposible itinerario que marcan y señalan los postes indicadores que forman un inquietante y enmarañado bosque metálico, es tarea ingrata y dificultosa, sobre todo cuando ha de llevarse a cabo en medio de una marabunta de transportes pesados y automovilistas rabiosos, contagiados por el virus de las grandes aglomeraciones. Ni siquiera los buenos consejos de los peatones nativos o residentes consiguen encauzar fácilmente al viajero neófito que, tras interminables vueltas, revueltas, cambios de sentido, avances y retrocesos, puede acabar por preguntarse: ¿pero qué se me ha perdido a mí en Humanes?Y, sin embargo, al viajero se le ha perdido algo en Humanes, a cuyo casco antiguo accede al fin por una vía secundaria, sobrada de baches y con un ominoso paso a nivel sin guarda, con un semáforo aún más ominoso, pues el reflejo de los rayos del sol impide ver con claridad el color de sus cristales. Nada más atravesar el paso, el viajero encuentra la carretera principal que había venido buscando con denuedo en la última hora. En la otra orilla, las calles del pueblo, de Humanes de Madrid descienden en pronunciada pendiente hacia otro imundo, un mundo tranquilo en el que los tractores no vienen a estrenar, de la fábrica ni del taller de una de las numerosas fábricas y talleres cercanos, vienen del campo y dejan a su paso un rastro de briznas y matojos. Humanes (9.000 habitantes) es uno de los pueblos más antiguos de la provincia, posible asentamiento paleolítico, según nos cuenta Juan José Hernández Martín, concejal de Educación y Cultura, y además es un caso atípico de pueblo en el que la intensa explotación industrial de los alrededores no ha expulsado definitivamente las milenarias actividades de la agricultura y la ganadería, como ha ocurrido en tantos y tantos pueblos de los alrededores de Madrid. Es cierto que incluso en el casco viejo no quedan muchos testimonios de las antiguas casas de labranza, solo algún portalón dispuesto para carros, muros de adobe y ventanas de rotunda forja, pero no es menos cierto que las verduras y hortalizas de Humanes, las lechugas, las coliflores o las zanahorias de sus huertas, siguen saliendo a diario, como desde hace siglos, camino de los mercados madrileños. Hoy, camino de Mercamadrid, cuya proximidad favorece el trabajo de unos hortelanos que se han tenido que habituar a resistir cercados por el progreso de la industria y de sus maquinarias.

Humanes está muy cerca de Madrid y al lado de Fuenlabrada, es algo que el viajero perdido certificará en el retorno, provisto esta vez de mejores indicadores y advertido de las innumerables trampas del camino. Humanes está todavía más cerca de Móstoles y a un paso de Fuenlabrada. Humanes vive todas las ventajas y los inconvenientes de su situación. En Humanes resulta más fácil comprar un aspersor de riego que un jersey, comenta Juan José, porque Humanes tiene el récord de puestos de trabajo industrial por número de habitantes, 20.000 plazas para 9.000 pobladores. Por supuesto no todas se cubren con los vecinos de esta localidad, que, además de sus hortalizas, tiene cultivos de secano, tres o cuatro hatos de ovejas, y tiene también sus parados, entre otras cosas porque los puestos de trabajo en oferta necesitan una cualificación que no abunda entre los desempleados locales, muchas veces inmigrados de otras zonas rurales. Por eso el nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento que preside Adolfo Álvarez Sojo, formado por PSOE, IU y Jóvenes Independientes, quiere dedicar los cursos de su escuela-taller a dotar de una cualificación profesional específica para la demanda existente en la zona. El concejal habla también de la Casa de Cultura dedicada a Beatriz Galindo.

La Latina, de la afición por el teatro de sus vecinos, compaginable con la tradicional afición taurina de la gran mayoría de los pueblos de Madrid. Y habla también del deporte, de un nuevo pabellón polideportivo cubierto y de una escuela polivalente donde formar jóvenes deportistas, que abundan en la localidad.

El escudo, de nuevo diseño, de Humanes, presenta una columna clásica sobre ondas de agua. La columna es la del Cristo, uno de los dos Cristos venerados en el pueblo desde el siglo XVII por sus correspondientes cofradías. Las dos imágenes y una talla también antigua y de mérito de la Virgen de la Guía forman el patrimonio artístico de la población y se guardan dentro de la iglesia parroquial reedificada tras la guerra civil, cuando se enfoscó y despersonalizó la torre mudéjar que los nuevos ediles quieren recuperar y restaurar quitando su revestimiento. Ahora, señala Juan José, la antigüedad y armonía de la torre disfrazada sólo se puede apreciar desde dentro, ascendiendo al campanario, sobre el que no falta el inevitable nido de cigüeñas. En la misma plaza de la iglesia, la de la Constitución, se alza la nueva y discreta casa constitucional y se escucha el borboteo del surtidor de una fuente presuntamente moderna y ornamental. Humanes tiene dos Cristos y dos arroyos, al menos en la memoria; de ahí y de los numerosos pozos que abastecían y abastecen a los huertanos vienen las ondas que figuran en el escudo. Del agua también podría venir el nombre de Humanes, objeto de las más diversas hipótesis y sobre el que Fernando Jiménez de Gregorio dice en su libro Madrid y su comunidad: "Topónimo nada fácil que puede relacionarse con húmedo, derivado del latín umidus. También pudiera originarse en hum (fuente); en este caso estaría en el mismo plano que Hunfrías, por ejemplo. En otro tiempo se llamó Humanes de Toledo". De este Humanes toledano viene que Humanes no se llama Humanes a secas, sino Humanes de Madrid.

Aficionado a la historia y puntual cronista nativo, Juan José Hernández dice que se han encontrado aquí vestigios de asentamientos paleolíticos, aunque cabe que pudieran formar parte de los sucesivos aluviones que se generaron en esta comarca, conocida como Las Arenas, que Jiménez de Gregoria ubica "sobre el extremo meridional del piedemonte y la Sagra madrileña". La historia local de Humanes cuenta con un libro de próxima publicación de la historiadora María Isabel Redondo Alcalde, que pasa revista a una peripecia que se remonta documentalmente al 21 de febrero del año 1141, "fecha en que el rey Alfonso VII", cuenta la autora, "donaba a Pedro Brimonís la villa medio desierta llamada Humanes".

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