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NECROLÓGICAS

Arturo Buenaventura: 'in memóriam'

La calle de Fortuny parecía más triste y silenciosa que de costumbre: uno de sus más fieles e incondicionales "contertulios" se ha marchado, y digo "contertulio" porque lo que en el número 16 acontecía desde hacía algunos años lo propiciaba su entrañable morador, y era sencillamente ese tiempo y espacio para el encuentro, la confidencia y la charla que Arturo dedicaba a todo el que se acercaba en busca de compañía y amistad.Arturo era el varón mayor de una numerosa familia: los Buenaventura. En él confluían los rasgos de todo un clan: obsequioso y hospitalario, siempre seductor, entrañable colaborador, paternal y maternal, generoso y espontáneo, simpático y entusiasta, valiente y liberal en sus ideas, era el buen ejemplo del anfitrión. Trabajador infatigable desde muy joven en el oficio familiar de la peletería, abrigo de inviernos de actrices, cantantes, aristócratas, ministras, periodistas, toreros, escritoras, adolescentes y niñas de aquel largo y frío franquismo, de aquella temida transición hasta los primeros años de la nueva democracia. Su firma viajó por todo el mundo: Europa, América, Rusia... Y fue reconocida y premiada en numerosas ocasiones.

A pesar de sus éxitos, su corazón siempre estaba con los suyos: era invencible en los envites a la vida hasta su último "órdago a la grande". Familiares, amigos y colaboradores le siguieron hasta el campo, cerca de las encinas, del olor de las jaras y el tomillo, donde quería descansar, lejos de la ciudad.-

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