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FÚTBOL: OCTAVA JORNADA DE LIGA

El Compostela gana crédito

El Oviedo, deslavazado, salió goleado con justicia del San Lázaro

El Compostela sigue ganando crédito a medida que se consumen las jornadas. Ya no puede hablarse de casualidades o de la suerte de un equipo mediocre. Su buen juego en el Bernabéu y su exhibición de ayer ante el Oviedo avalan su trayectoria. El Compostela basó su victoria en la dirección de Fabiano, magistral en la zona ancha, y la velocidad y lucha de Christensen. El Oviedo, impotente, acabó convirtiéndose en el cómplice ideal para que el equipo local lograse su cuarta victoria en casa de la temporada.El Compostela inició el partido con un ataque desaforado. Es la táctica que suele emplear en los partidos que juega como local para intentar desarbolar al contrario. Esta vez el Oviedo facilitó considerablemente su labor. Desde el principio pareció un equipo deslavazado. Cuando el Compostela logró su primer tanto, medio partido cayó de su lado. Pero la confianza estuvo a punto de salirle cara. Con jugadores de la calidad de Oli o Dubovsky no cabe la relajación. Una confusa jugada en la que Oli pudo ser objeto de penalti, estuvo a punto de ser el empate.

El susto despertó al Compostela y la reacción fue fulminante. Cuando corrían los últimos minutos del primer tiempo una perfecta interpretación del contraataque le valió el segundo gol. La jugada se inició con un robo de balón del Compostela en su propio campo. Un toque mágico de Fabiano facilitó la internada de Christensen y éste puso el balón en la cabeza de José Ramón, que sólo tuvo que colocarlo suave en la red.

Tras el descanso, el Oviedo continuó en su tono apático. La más que probable derrota no espoleaba a sus jugadores, que seguían actuando igual que si no tuviesen dos goles en contra. El Compostela cedió algo en su dominio pero gozaba de las mejores ocasiones al contraataque, casi siempre a través de internadas de Nacho. El lateral volvió a cuajar una actuación soberbia, como hace siete días en el Bernabéu.

Pero el azar del fútbol quiso darle una oportunidad al Oviedo. Cuando su juego parecía más inocuo, una jugada personal de Dubovsky le permitió acortar distancias. El gol fue un fiel reflejo del juego del Oviedo: ningún jugador ayudó al eslovaco a conseguir el tanto. Fue un arranque de genio de un jugador con calidad. A partir de ese momento, el equipo local desencadenó un furibundo ataque que acabaría por darle el partido.

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