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"No he tenido el día"

El ciclista acepta, sin traumas, su fracaso en el asalto al récord

Carlos Arribas

Fue un Induráin agotado, tos seca, mirada triste, el que nada más bajarse de la bicicleta declaró: "Me he encontrado mal. No he tenido el día". Lo del viento, el anemómetro, el termómetro, el higrómetro y el barómetro le sonaba a chino. Algo que no iba con él. El hombre que ayer no pudo con el récord de la hora es el perfecto perdedor, aunque. no esté acostumbrado a hablar de objetivos no conseguidos: nunca explica su falta de rendimiento apoyándose en algo que pueda sonar a excusa, aunque no lo sea."Yo, de las condiciones exteriores no sabía nada", dijo en tumultuosa conferencia de prensa. "Yo he intentado seguir el ritmo que me marcaba Sabino [Padilla, el médico-preparador] y nada más. No puedo decir si he fallado yo, el día, o qué". "El récord estaba muy alto y era complicado batirlo".

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El fallo de Induráin ha revalorizado la importancia y la dificultad del récord de la hara. Tiene el objetivo un aura externa y un valor simbólico que no posee ninguna otra prueba. Estos, tópicos, sin embargo, tampoco entran en el diccionario de Induráin. Y menos hasta el punto de poderle hacer sentirse frustrado. "Sí, si el intento de hoy se mira como un objetivo no cumplido, se puede hablar de fracaso", dijo induráin. "Pero tampoco me voy a traumatizar por ello; lo puedo aceptar tranquilamente, como me pasa después de otras carreras que no he podido ganar". Así, también queda re forzada la figura del navarro: es humano y puede fallar. Los objetivos para él también tienen su grado de dificultad. No es todo coser y cantar, como podría parecer.

Induráin lo pasó mal en la pista. Aguantó dando vueltas hasta que vio que era imposible. "He parado porque he visto que se me escapaban los tiempos de referencia", explicó. "Cuando vas con retraso, ves que no tienes nada que hacer". Cuando sufre una pájara, Induráin da las razones -"no comí", "me abrigué demasiado. - . "-, pero ayer no sabía qué le había pasado para no rendir como esperaba.

"No sé por qué no iba cómo esperaba", dijo. "Y el caso es que me sentía bien. Al principio, incluso, bastante bien, bien adaptado a la bicicleta Así que intenté ir a tope, como siempre, pero, al revés, he empezado a ir a menos, a menos. No iba. Y cuando uno no va bien, cabecea, se mueve, cambia de postura... No encontraba el ritmo. He pasado momentos de apuro, pero me he recuperado, y, luego, he vuelto a caer. Espero que cuando se analicen los datos me digan por qué, aunque quizás haya influido el poco tiempo que he tenido de adaptación a la pista".

El intento del récord era la culminación de un ambicioso plan de preparación con vistas ,al Mundial también. La presión exterior, además, era agobiante. Había en el asunto más cuestione que la puramente deportiva y la económica que llevaba aparejada. Para Induráin, sin embargo, el ciclismo se reduce a él, la bicicleta y el equipo. De la misma manera que no buscó excusas para explicar su prestación, tampoco convirtió en drama un desafío fallido. "Hombre, claro que no es para estar contento por esto, sobre todo después del, tiempo que habíamos invertido en ello", dijo. "Pero el deporte es así. Se intenta ganar y si no se puede, no pasa nada. Así, que el récord sigue siendo un reto como otra carrera del calendario".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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