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FUTBOL SEPTIMA JORNADA DE LIGA

Kiko firma el festival rojiblanco

El Atlético apeló al oficio de una gran plantilla para deshacerse del Celta

Al Atlético no le tiembla el pulso. Se encuentra cómodo de líder. No se deja amedrentar por las exhibiciones del Barcelona ni acusa el cansancio del exceso de partidos. Ni siquiera la baja de Penev le resta efectividad ofensiva. Ayer apeló al oficio de una gran plantilla para desgastar a un Celta al que las urgencias convertían en un rival peligroso. Pero los rojiblancos fueron desgastando a los hombres de Aimar hasta arruinar su depauperada moral. Solventaron el partido casi sin alardes, manejando dos conceptos que Antic domina a la perfección. Uno fue la presión, que permitió a Simeone abrir el marcador cumplido el primer tercio de partido, cuando asomaban las primeras dudas. El segundo, las jugadas de estrategia, las mismas que permitieron al líder deshacerse del Espanyol y que están rehabilitando a Kiko como rematador no sólo certero, sino también oportuno.El Atlético le hizo un daño inmenso al Celta. Los vigueses pagan el precio de su atípica pretemporada en un ilógico estado de nerviosismo y en una acusada pelea con su afición. Lo que ayer, le ocurrió a Salinas resume la situación. Uno de sus jugadores más regulares en los últimos años sucumbió a la presión del Atlético. La jugada terminó en gol y el central céltico fue castigado con. una pitada unánime cada vez que cogió el cuero. Los silbidos le acompañarán durante lo que resta de temporada.

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Con el marcador ya a favor, Antic hizo de Balaídos un laboratorio. Antes de que eso ocurriera, sufrió para llegar hasta Prats. La presencia de Eusebio estaba transformando al Celta, que en el primer tiempo recuperó parte del crédito malgastado en los anteriores partidos. Su presencia liberó a Desio de responsabilidad en la creación, que asumió el ex barcelonista casi en exclusiva. Aunque llegó al área pocas veces y casi siempre en inferioridad de condiciones, los vi gueses cumplían con las circunstancias a las que obliga la visita del líder. Tapaban las subidas de Toni y Geli, rodearon a Kiko y se presentaron ante Molina con cierto peligro. El gol de Simeone tardó en descomponer al Celta, que cinco minutos después de quedar por detrás en el marcador estrelló dos balones en el palo derecho de Molina.

Fueron demasiadas pruebas para una moral tan frágil como la del Celta, que a partir de ese momento se deshizo como cera derretida. Fue el comienzo del festival atlético. Un conjunto formado por formas polivalentes que permiten a su técnico afrontar situaciones bien diversas. Pantic, que acompañó a Vizcaíno por delante de la defensa, subió en el segundo tiempo hasta la media punta; Simeone probó las dos bandas, y Caminero recorrió todo el campo para abrir huecos a sus compañeros. Antic encontró incluso la ocasión para cumplir con su promesa y probar a López de centrocampista. El despliegue atlético coincidió en el tiempo con el desmoronamiento del Celta, un equipo que comienza a desprender cierto tufo a Segunda División.

Pero no fue con jugadas elaboradas como aprovechó el Atlético los nervios de la manirrota defensa céltica, sino a balón parado y con Kiko como ariete. Primero, remató en plancha un centro medido de Pantic; después, repitió con un largo saque de banda del serbio, que remató el gaditano al fondo de la red.

Por detrás en el marcador, el sistema céltico evidenció sus carencias. Los hombres de Aimar se limitaron a lanzar balones largos a los que casi nunca llegaron Gudelj ni Milojevic, a quien tuvo por primera vez a su lado desde que comenzó la temporada. El descontrol en el equipo vigués facilitó la exhibición de los madrileños. Casi sin desgastarse, se liberaron de la presión que desde atrás le meten sus perseguidores.

Y sobre todo dio la impresión de saber afrontar situaciones comprometidas como la de ayer, controlar el partido en los momentos más difíciles y hacer gala de una gran superioridad física. Deja, además a Aimar con un pie fuera, del equipo, después de un inicio de temporada en la que los célticos se muestran como un equipo sumido en la mediocridad. Balaídos ya pide su cabeza.

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