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FÚTBOL 4ª JORNADA DE LIGA

El Barça despacha sin brillo al Rayo

Los goles de Nadal y Figo decidieron un partido gris y sin historia

Ramon Besa

Escarmentado por el Mérida y obsesionado con llegar el sábado al Bernabéu como administrador de la Liga, el Barça despachó ayer al Rayo con una faena propia de un funcionario. Le puso el sello del triunfo al partido con un gol de córner y un disparo lejano y despidió a la hinchada con un hasta mañana. Está el equipo azulgrana igual de inestable que en el inicio liguero. No acaba de cuajar. No coge la onda. El Rayo fue un simple espectador. No tuvo las agallas ni la suerte del Mérida.La excitación que provocó la lectura del equipo inicial no duró más del tiempo en que tardó en arrancar el partido. Cruyff mandó esta vez a los niños al patio para que compartieran equipo y cuero con los extranjeros. Nadal capitaneaba un colectivo formado por siete futbolistas criados en el filial y tres foráneos. Quedaban en el banco, con rango ya de suplentes, jugadores del calibre de Guardiola. La divisoria, el ombligo del campo, veía alineados de derecha a izquierda a Iván de la Peña, Oscar y Roger. El partido estaba en manos de la Quinta del Miniestadi.

Puesto el balón a correr, sin embargo, el grupo azulgrana empequeñeció en la inmensidad del estadio. El Camp Nou se tragó a los niños. El Barça apareció entonces como un equipo muy tierno, únicamente Roger, muy puesto en su demarcación de volante zurdo, mantenía la cabeza erguida. El resto del curso no encontraba maestro al que agarrarse. Diseminados en la franja central, los barcelonistas gobernaron el choque sólo por su solvencia defensiva. Oscar no cogía el sitio, Iván de la Peña se perdía en adornos que comprometen su ascendente y Figo perdía capacidad ofensiva por el empeño del técnico en sacarlo del campo hacia la banda.

No sólo se debate la ubicación de Figo. Hay todavía muchos conceptos indefinidos. Queda también por saber qué sitio debe tener Iván o, cuanto menos, la función del volante derecho; cómo hay que ocupar y dinamizar los extremos; y que más le conviene al equipo en la demarcación de medio centro. Puede que Popescu, por su físico e indumentaria, intimide más y, puestos a confirmar que el equipo va a veces muy perdido, ofrezca una imagen de omnipresencia en un sector clave de la cancha. El equipo, sin embargo, pierde fluidez, profundidad y salida de balón cuando no juega Guardiola.

La falta de jerarquía, de un líder que aglutine al grupo en los momentos decisivos provoca un juego de espasmos. No sólo le falta continuidad sino también presencia. El Rayo no pasó de la medular de la misma forma que el Barça no pisó el área durante todo el primer tiempo. Visto que no conseguía aclarar el campo contrario, vivió el Barcelona atado al banderín de córner. Los saques de esquina, una suerte despreciada por Cruyff en épocas de bonanza, son hoy el mejor de los recursos para los barcelonistas. Llegó así el gol de Nadal, previo fallo de Wilfred, y el estadio se serenó. No así él equipo. El encuentro adquirió más vivacidad gracias a que Jordi, como delantero centro, fue más incisivo que Kodro.

El Rayo tampoco dijo nada durante todo el partido. Pareció un equipo bien concebido. Nada más. Tuvo un buen surtido de recursos defensivos. Ofensivamente no dio ni fe de vida.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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